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Películas de género

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Pascual Gaviria
24 de noviembre de 2010 - 03:00 a. m.
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EL 7 DE AGOSTO DEL 2002 LAS ACTIVIStas de la igualdad de género y algunas mujeres de civil celebraron con palmas la presencia de seis féminas, todas vestidas de sastre, en el gabinete de Álvaro Uribe.

El presidente cumplía con creces la ley de cuotas que desde el 2000 exige que al menos el 30% de los cargos directivos de libre nombramiento y remoción sean ocupados por mujeres. Pastrana llevaba dos años con apenas tres ministras con el argumento de que Martha Lucía Ramírez valía por cuatro.

Mientras avanzaba el gobierno algo hizo que el acento femenino del gabinete Uribe se fuera reduciendo hasta terminar en agosto pasado con las tres ministras de rigor, entre ellas las obligatorias de Cultura y Comunicaciones. Más abajo de la pirámide burocrática los estudios han demostrado que el 80% de los departamentos incumplen la norma y que en las alcaldías pasa algo similar.

Pero parece que no todo ha sido en vano. Es posible que las mujeres sean menos según los números de la nómina estatal y que los hombres sigan detrás de los escritorios más apetecidos. En últimas el lenguaje coloquial todavía habla de conseguir una corbata. Sin embargo las mujeres tienen una extraña capacidad para protagonizar los dramas más sonados de las oficinas públicas, para convertir sus rutinas en tormentas políticas y hacer temblar a jefes de todos los calibres. Desde hace unos años han demostrado ser el alma y nervio de la política nacional.

Desde una nómina paralela la Monita Retrechera fue una de las figuras rutilantes del gobierno de temblores y equilibrismo de Ernesto Samper. De simple amiga de un edecán de Palacio pasó a ser de la entraña de Ernestico, diminutivo con el que trata al ex presidente en una ya famosa conversación telefónica. Dado el talante democrático de Uribe la participación de las mujeres terribles en su nómina fue mucho más amplia. Todo comenzó con Yidis Medina, quien saltó desde la suplencia de Iván Díaz Mateus hasta la titularidad inamovible en la Casa de Nariño. Yidis, propietaria de una fábrica de velas, logró que el gobierno Uribe le prendiera todas las ofrendas a su voto en la comisión primera sobre la reelección. No cualquiera logra bautizar con su nombre un escándalo que compromete la libertad del Ministro del Interior. Para que no queden dudas de su importancia digamos que luego de dos portadas de Semana terminó empelota en la revista SoHo.

Parecía que nadie lograría superar a Yidis. Pero el gobierno Uribe nos tenía una sorpresa con nuevas protagonistas de novelas. Ahora María del Pilar Hurtado y todo su reparto en el DAS dejan claro que la inteligencia era cosa de mujeres. Martha Inés Leal como subdirectora de operaciones pone el toque profesional con su rigurosa cara de palo. Alba Luz Flórez hace las veces de La femme Nikita para colar una grabadora en la Corte Suprema, suena para SoHo, y Janet Maldonado es el enlace con bandeja y delantal para llegar hasta donde otros no llegan. Todo parece indicar que desde arriba las empujaba un hombre a punta de palmaditas en la espalda.

Pero ahí no acaba el protagonismo femenino. El Legislativo también ha sido su feudo. Para el referendo reelectoral apareció Liliana Rendón y su correspondencia erótico-política con el Ministro de Agricultura. Otra monita. Y Nancy Patricia y Piedad Córdoba son actualmente la pareja más perseguida por las cámaras y la Fiscalía. Íngrid, con su capacidad de hacer que el país parezca bipolar entre amores y odios, es el moño rosa de la política colombiana.

wwwrabodeaji.blogspot.com

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