No es fácil perder a voluntad. Uno puede ser derrotado por cobardía, por incapacidad, por la caprichosa fortuna o por simple inferioridad. Se agacha la cabeza con la camisa sobre el hombro y al otro día todo vuelve a ser normal. Porque el fracaso es también un asunto cotidiano. Pero perder por decisión propia es la jugada más compleja, mostrarse peor de lo que uno es requiere un talento que no se encuentra todos los días. Los defensores de Llaneros pueden ser de palo, como esa línea de cuatro de los futbolines que va de lado a lado girando sobre su eje. Pero cuando se ven tan aparatosamente lentos, cuando se esfuerzan en no...
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