La guerra por la verdad es ahora un asunto de especialistas, una tarea que toma demasiado tiempo y no tiene grandes efectos prácticos. Un embeleco de “científicos”. La verdadera lucha del momento es por la propagación de la mentira. No se trata del viejo truco de la propaganda oficial o del soborno a quienes tenían la imprenta o la credencial de la certeza. Lo importante hoy es el poder de las máquinas de contagio, el manejo de la pólvora del odio, el control de las multitudes que se alientan a sí mismas. Darle un pequeño empujón a las redes sociales puede significar el mando sobre grandes decisiones políticas o imprevisibles...
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