Las grandes vueltas, carreras de tres semanas y miles de kilómetros, con cientos de corredores de castas distintas, jefes desafiantes y soldados exhaustos, son siempre una road movie. Pero la Vuelta a España que terminó el domingo pasado tuvo, además, los ingredientes de una traición, y un pretexto para una fábula moralizante, y la participación del coro de los aficionados, y el final feliz de una telenovela.
Sepp Kuss, un gringo nacido en Durango, pueblo fundado como estación de trenes para minería, fue el inesperado ganador de la Vuelta. Kuss va siempre riéndose, hasta cuando desfallece, y le suelta la mano a los...
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