El gusto por los carros añosos entrega algunas ideas de humanidad. El carro nuevo con los vidrios negros solo produce recelo, temor, sospechas de pillos y tombos. En cambio, cuánta solidaridad despierta un carro bien rayado por los años. Unas latas curtidas en cualquier esquina oscura, con ese poco de orín de radiador bajo las llantas, dormitando, respetable después de tantas vueltas en el calendario de los kilómetros. A esos carros gastados los ensucian con dedicación, con sus trapos de otros tiempos, los hombres que dicen cuidarlos en las noches. Los soban simplemente. Y saben que pueden recostarse, compartir sus sueños con esos...
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