Los medios brasileros dicen que el presidente Jair Bolsonaro llora en las noches, solo, desconsolado en el Palacio de Planalto, esa hermosa y oscura caja de vidrio en Brasilia. Bolsonaro se duele por los apoyos partidistas perdidos y la incertidumbre creciente sobre su reelección, por la mirada recelosa de los militares en los últimos días y por la prensa que lo pulla y lo burla cada mañana. El COVID-19 ha dejado más claras sus perversiones y prioridades. La política se hace pequeña en medio de la pandemia. La audacia es ahora irresponsabilidad, el arrojo es arrogancia, el voluntarismo es ignorancia. Los presidentes se encargan...
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