Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
HA QUEDADO CLARO EN ESTA CAMPAña que el Presidente estaba equivocado:
su ausencia del poder no iba a generar una hecatombe sino un despertar de los liderazgos: cualquiera que gane representaría una opción con un matiz distinto. ¡Y ninguno significaría una debacle! Por ello, a diferencia, por ejemplo, de lo que ocurre en Venezuela, donde la oposición no ha logrado presentar una alternativa sólida a Chávez, en Colombia podemos sentirnos satisfechos de contar con líderes competentes en todo el espectro político, quienes ahora juegan en esta primera vuelta y merecen que examinemos sus propuestas y permitamos, sin dejarnos influir por la tendencia que muestran las encuestas, que la competencia entre los dos candidatos punteros no se defina ahora sino el 20 de junio.
Cada uno posee facetas buenas y malas: Juan Manuel Santos tiene de bueno que conoce los temas económicos, sabe qué metas quiere lograr y cómo conseguirlas y prometió conformar un gobierno incluyente, en el que participen todos los sectores, incluso el Polo. Eso es lo que toca hacer después de estos ocho años de confrontación y de maniqueísmo. Y tiene de malo su tendencia a practicar la doctrina de que el fin justifica los medios (bombardear Ecuador para dar de baja a Raúl Reyes, usar el símbolo de la Cruz Roja para rescatar a los secuestrados, engañar a los incautos con una cuña que imita la voz de Uribe, etc).
Antanas Mockus tiene de bueno su transparencia, su propósito de educarnos en el respeto a las normas y en el rechazo a todo lo que implique deshonestidad y su formidable equipo, con Sergio Fajardo dirigiendo la educación, con Enrique Peñalosa a la cabeza de la defensa y, seguro, con Lucho Garzón liderando la protección social y Salomón Kalmanovitz las finanzas. Pero tiene de malo una cierta tendencia a la exclusión y a la descalificación, puesta en evidencia con su destemplada respuesta a Gustavo Petro cuando éste lanzó un guiño a sus seguidores para que votaran verde en la segunda vuelta y Mockus contestó cerrando la posibilidad de una alianza con el Polo.
Petro tiene de bueno la contundencia de sus programas en pos de la equidad social y la claridad de sus exposiciones. Y tiene de malo la tendencia al utilitarismo y a considerar a la gente sólo si le sirve para conseguir sus propósitos, tan común en los políticos.
Germán Vargas y Rafael Pardo tienen a favor la claridad de sus planteamientos y, en contra, que no han logrado mostrarle al público una diferencia evidente entre lo que ellos y Santos representan.
Y Noemí Sanín tiene de bueno su propósito de beneficiar a las mujeres y de trabajar con ellas y, de malo, la inseguridad que deja ver al exponer sus tesis.
De modo, pues, que el abanico de posibilidades es variado, y ahora tenemos la oportunidad de votar por el que más nos guste, no por el que menos nos moleste. Así que el voto por conveniencia dejémoslo para el final y, ahora, votemos en conciencia.
~~~
Felicitaciones a Petro por reconocer, en el debate de Caracol, que se equivocó cuando, hace unos meses, para salirle al paso a la acusación de Uribe de que había gobiernos extranjeros apoyando a un partido político, puso en la picota pública al representante del Polo en el exterior, Mauricio Trujillo, un dirigente de izquierda democrática, caracterizado por su verticalidad en condenar a las Farc y a sus secuaces. ¡De sabios es rectificar!
