Es urgente que el Ejército se mire al espejo y examine lo sucedido con cada uno de los 6.402 jóvenes, pobres e inocentes, asesinados por distintas brigadas y disfrazados de guerrilleros, luego de haber sido engañados con la promesa de que les iban a dar empleo. Es urgente que los miembros del Ejército, desde el comandante de las Fuerzas Militares hasta el último soldado, pasando por los oficiales de la reserva, con honestidad respondan estas preguntas: ¿cómo llegamos a ese horror? ¿Cómo nos empeñamos en taparlo durante tantos años? ¿Qué nos pasó?
Esta semana, por primera vez, un ministro de Defensa, Iván Velásquez, y un comandante...
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