Corría el año de 1997. Lucy Díaz, mi eficaz secretaria, a quien un infarto se la llevó prematuramente, agitó con su mano la bocina mientras yo conversaba con alguno de los periodistas de la vieja revista Cambio. Afanada, me dijo: “El maestro al teléfono”. Me acerqué a su escritorio, tomé la llamada y me encontré con esa voz inconfundible que me decía:
—Oiga esto.
De inmediato, y durante varios minutos, Gabriel García Márquez me leyó un fragmento de En agosto nos vemos, esa novela suya que se publicó el miércoles 6 de marzo, día en que hubiera cumplido 97 años, y que empezó a leerse en todos los países de lengua...
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