¡Más generosidad, presidente!

Patricia Lara Salive
24 de mayo de 2019 - 05:00 a. m.

Hay que abonarle al presidente Iván Duque que, a pesar de todas las presiones, no se ha dejado imponer del senador Uribe y de la extrema derecha del Centro Democrático la peligrosa idea de decretar el estado de conmoción interior para extraditar a Santrich. Ello equivaldría, ni más ni menos, a brincarse las cortes y los procedimientos judiciales y, así, dar un golpe de Estado camuflado que, sin lugar a dudas, se hundiría por inconstitucional, pues carecería de los requisitos para decretarse, pero facilitaría la extradición inmediata de Santrich y, así, haría volar en pedazos lo que queda del proceso de paz, ya que los miembros del partido FARC consideran que las pruebas contra Santrich son un montaje y que la estabilidad jurídica de toda la guerrillerada tambalea. ¡Y no les faltan indicios para pensarlo!

Dicho lo anterior, hay que alertar a la opinión porque ese riesgo no ha desaparecido del todo, no obstante que cada vez es más evidente que no hay crisis institucional, como se dijo, porque la institucionalidad está funcionando a la perfección: al fiscal renunciado ya la Corte le aceptó la renuncia y será reemplazado, a la ministra de Justicia también el presidente le nombró reemplazo, el fallo de la JEP que le otorgó el beneficio de no extradición a Santrich fue apelado por el procurador. Ese fallo será confirmado o revocado por la Sala de Revisión de la JEP; si lo revoca, pasará a estudio de la Corte Suprema de Justicia y ella será la que determine si Santrich debe ser extraditado o no. Si la Corte decide que sí, finalmente sería el presidente quien tendría la última palabra y diría si por razones de conveniencia nacional lo extradita o no.

Pero el peligro de que se decrete la conmoción interior se mantiene aún puesto que, según le dijo a este diario el senador John Milton Rodríguez de Colombia Justa Libres, quien asistió a la reunión de Duque con el Centro Democrático y los partidos aliados, el plan es que si la Corte Constitucional hunde las objeciones a la ley estatutaria de la JEP, si la JEP no resuelve a favor la apelación de la no extradición de Santrich y si no se logra el consenso de los partidos en torno a los caprichos del Gobierno, decretarían la conmoción interior. O sea que si el gran consenso nacional, en vez de concertarse con los partidos, incluidos los de oposición como debe ser, no se convierte en un pupitrazo para hacer lo que al Gobierno le dé la gana, el Centro Democrático presionará para que se decrete ni más ni menos que una dictadura al estilo de Maduro.

Sin embargo, eso no es lo que le conviene a este país. Ni tampoco le conviene al presidente Duque, que lleva un año perdido, patrocinando una pelea que no es suya y a quien sólo le quedan un poco más de tres años para construir su legado.

En cambio, si el presidente se apoyara en el bloque mayoritario de partidos que está dispuesto a construir con él un acuerdo para detener el genocidio de los líderes sociales, disparado por el incremento inusitado del paramilitarismo, y a impulsar la implementación del Acuerdo de Paz, Iván Duque podría escribir aún una página importante de nuestra historia. Pero, para hacerlo, se requeriría que tuviera motivaciones positivas: por ejemplo, que, en vez de insistir en que “el que la hace la paga”, repitiera algo así como “todos unidos construiremos una Colombia mejor”. No obstante, para hacer eso, necesitaría disponer de mucha más generosidad…

#AdiósALaGuerra

www.patricialarasalive.com, @patricialarasa

 

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