“Aquí no hay racismo”, dijo un conocido político, miembro de una de las familias de mayor abolengo del país, exministro y varias veces embajador en Europa, quien asistía a un pequeño homenaje para Luis Gilberto Murillo, que por esos días iba a ser nombrado embajador de Colombia en Washington.
Varios de los asistentes lo refutamos.
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