En 1983, productores de Nueva York le propusieron a Álvaro Restrepo, hoy director del Colegio del Cuerpo, que actuara como modelo en un comercial. Con él se proponían producir un impacto tal que se redujera el consumo de drogas. Su idea era utilizar recursos técnicos que en Colombia no existían, para mostrar a un muchacho sano cuyo rostro se fuera desfigurando.
“Toda la producción se llevó a cabo en los Estados Unidos y tuve que soportar un proceso de maquillaje bastante tortuoso de diecisiete horas ininterrumpidas; al final (…) terminé completamente agotado”, contó Restrepo en Revista SoHo.