“La lealtad no es un atributo del presidente”, decía en esta columna en febrero a propósito del maltrato público que el presidente le hizo en un trino a su amigo de tantos años, Jorge Rojas, cuando renunció a la dirección del Dapre. “El que puse de director del Dapre (…) comenzó a decir que el jefe de Despacho es el jefe de los ministros y levantó mucha indignidad (sic) y por poco acaba con el Gobierno, como quiere la extrema derecha”, trinó. Y ante semejante despropósito tan mal escrito Rojas contestó: “Tenemos que pensar hacia adelante. Apoyar al Gobierno e instar a la unidad de todos los funcionarios alrededor del presidente Gustavo Petro”.
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“Qué bueno sería que este triste episodio ocurrido con Jorge Rojas sirviera para que, por lo menos, el presidente aprendiera de él, aunque fuera un poco, qué significa la palabra lealtad”, decía yo en esa columna. Pero no aprendió. Ahora acaba de repetir un episodio de deslealtad mayúscula con Gustavo Bolívar, hasta hoy director del Departamento de Prosperidad Social quien, en el 2015, sin conocerlo, le ofreció ayuda económica cuando a Petro lo destituyeron como alcalde y quedó sin sueldo; y después se unió a su causa y fue su fiel escudero. No obstante, el presidente no tuvo inconveniente, el 9 de mayo, en Tibú, en interrumpir la lectura del orden del día del evento en que Bolívar hablaría en la tarima sobre el programa del DPS para adultos mayores en ese municipio, y decir: “Rompo el orden del día porque no me parece que sea así, Gustavo Bolívar, y otros compañeros. Primero porque los que ya renunciaron, renunciaron, no se puede confundir eso. Persona que renuncia porque tiene una aspiración, ya se va, entra su reemplazo, que tiene que venir a hablar (..) Tenemos que ver los caminos, Bolívar, pero usted no va a tener tiempo porque usted decidió irse”.
Y, como si semejante regaño público hubiera sido poco, Petro siguió: “Bolívar, ¿tiene usted el dinero para el bono pensional en este momento para los viejos en el Catatumbo? Si la Corte Constitucional tumba el decreto, no existe el dinero, y eso tenemos que analizarlo aquí y tengo que decírselo con franqueza porque yo no hablo mentiras, no vengo aquí a ilusionarlos”.
Y Gustavo Bolívar, con la lealtad que como a Jorge Rojas lo caracteriza, respondió: “me dolió, pero lo entendí cuando supe que él no sabía que yo seguía hasta el 16 de mayo [fecha en que Bolívar pidió que se hiciera efectiva su renuncia]. O sea, podemos estar hablando de que hubo un malentendido en la fecha de la renuncia”. Y agregó: “yo decidí querer un proyecto, querer a su líder, amarlo y eso no va a cambiar por un regaño. No es nada que no se pueda superar con una charla”.
Agregó también que espera hablar con el presidente. Ojalá no le pase lo que a la ex ministra de Ambiente Susana Muhamed a quien, después de que le ofrecieron dirigir Planeación, el presidente no la recibió más.
Al parecer, la molestia de Petro con Bolívar viene desde cuando él manifestó, con otros ministros, su desacuerdo con la presencia en el gobierno del ministro Armando Benedetti. A ello se suma la creencia del presidente de que Bolívar no es un buen candidato. Pero el punto es que él es el que puntea en las encuestas y tiene todo el derecho a aspirar. Ya después mirará qué pasa. Pero a lo que no tiene derecho Petro es a maltratar a sus amigos en público, como acostumbra a hacerlo.
Nota: ¡Qué legado de honestidad, sencillez y sabiduría nos deja el gran expresidente exguerrillero Pepe Mujica! Paz en su tumba.
@patricialarasa