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¿Franklin Delano Obama?

Paul Krugman

16 de noviembre de 2008 - 08:11 p. m.

DE PRONTO, TODO LO VIEJO ES NUEvo Trato otra vez. Reagan pasó de moda; Franklin Delano Roosevelt está de moda. No obstante, ¿qué tanta orientación proporciona realmente la época de Roosevelt para el mundo de hoy?

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La respuesta es: muchísima. Sin embargo, Barak Obama debería aprender de los errores de FDR tanto como de sus logros: la verdad es que el Nuevo Trato no fue exitoso en el corto plazo como lo fue en el largo plazo. Y la razón para el éxito limitado a corto plazo de FDR, que casi anula todo su programa, fue el hecho de que sus políticas económicas fueron demasiado cautelosas.

Sobre los logros a largo plazo del Nuevo Trato: las instituciones que creó FDR han demostrado ser tanto duraderas como esenciales. En efecto, siguen siendo el cimiento de la estabilidad económica de nuestro país. Hay que imaginar cuán peor habría sido la crisis financiera si el Nuevo Trato no hubiera asegurado a la mayoría de los depósitos bancarios. Hay que imaginar cuán inseguros se sentirían los estadounidenses ancianos en este momento si los republicanos hubieran podido desmantelar la Seguridad Social.

¿Puede Obama lograr algo comparable? Rahm Emanuel, el nuevo jefe del gabinete de Obama, declaró que “no se quiere nunca que una crisis se desperdicie”. Los progresistas esperan que el gobierno de Obama, al igual que el Nuevo Trato, responda a la actual crisis económica y financiera creando instituciones, en especial un sistema universal de atención de la salud, que cambie la configuración de la sociedad estadounidense para las generaciones por venir.

Sin embargo, el nuevo gobierno no debería tratar de emular un aspecto menos exitoso del Nuevo Trato: su respuesta inadecuada a la propia Gran Depresión.

Ahora, existe todo un sector intelectual, que opera principalmente en los centros de investigación y análisis de política pública de la derecha, dedicado a propagar la idea de que en realidad FDR empeoró la Depresión. Así es que es importante saber que la mayor parte de lo que se escucha al respecto está basado en una distorsión deliberada de los hechos. El Nuevo Trato proporcionó un alivio real a la mayoría de los estadounidenses.

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Dicho lo cual, FDR, de hecho, no consiguió diseñar una recuperación económica total en los primeros dos períodos. Con frecuencia se cita esta falla como la evidencia contra la economía keynesiana, que dice que el incremento en el gasto público puede hacer que se active una economía estancada. Sin embargo, la investigación definitiva de la política fiscal en los años de 1930, llevada a cabo por el economista del MIT, E. Cary Brown, llegó a una conclusión muy diferente: el estímulo fiscal no tuvo éxito, “no porque no funcione, sino porque no se intentó”.

Esto podría parecer difícil de creer. Es muy conocido que con el Nuevo Trato se integró a millones de estadounidenses en la nómina por medio de la Works Progress Administration y del Civilian Conservation Corps. Hasta nuestros días, conducimos por carreteras hechas por la WPA y enviamos a nuestros hijos a escuelas construidas por el WPA. ¿No es cierto que todas estas obras públicas equivalen a un importante estímulo fiscal?

Bueno, no fue tan importante como se podría pensar. Los efectos del gasto federal en obras públicas se compensaron con otros factores, notablemente un gran incremento en los impuestos, puesto en vigor por Herbert Hoover, cuyos efectos completos no se sintieron sino hasta que su sucesor asumió el cargo. Asimismo, se debilitó la política expansionista en el nivel federal con la reducción del gasto y los incrementos tributarios en los niveles estatal y local.

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Y FDR no sólo fue renuente a perseguir una expansión fiscal total: estaba ansioso por retornar a principios presupuestales conservadores. Esa impaciencia casi destruye su legado. Tras obtener una victorial electoral imponente en 1936, el gobierno de Roosevelt recortó el gasto y aumentó los impuestos precipitando una recaída económica que condujo a que el índice de desempleo volviera a ser de dos dígitos, así como a una derrota importante en las elecciones intermedias.

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Lo que salvó a la economía, y al Nuevo Trato, fue el gran proyecto de obra pública conocido como Segunda Guerra Mundial, que finalmente proporcionó el estímulo fiscal adecuado para las necesidades de la economía. Esta historia ofrece lecciones importantes para el gobierno entrante.

La lección política es que los errores económicos pueden erosionar rápidamente un mandato electoral. Los demócratas ganaron en grande la semana pasada, pero su victoria fue aún mayor en 1936, sólo para ver sus logros evaporarse después de la recesión de 1937 y 1938. Los estadounidenses no esperan resultados económicos instantáneos del gobierno entrante, pero sí esperan resultados, y la euforia demócrata será efímera si no producen una recuperación económica.

La lección económica es la importancia de hacer lo suficiente. FDR pensó que estaba siendo prudente al controlar sus planes de gasto; en realidad, estaba asumiendo grandes riesgos con la economía y con su legado. Mi consejo para la gente de Obama es que dilucide qué tanta ayuda piensa que necesita la economía, y después le sume 50%. Es mucho mejor, en una economía deprimida, errar del lado de un estímulo enorme que del de uno precario.

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En resumen, las posibilidades de Obama de liderar un Nuevo Trato dependen en gran medida de si sus planes económicos a corto plazo son lo suficientemente audaces. Los progresistas sólo pueden esperar que tenga la audacia necesaria.

* Columnista de The New York Times, profesor de Stanford University. Premio Nobel de Economía 2008. The New York Times News Service.

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