Putin y el problema de la derecha con los autócratas

Paul Krugman
05 de marzo de 2023 - 02:05 a. m.

Una democracia —imperfecta, como son todas las naciones, pero que aspira a ser parte del mundo libre— es invadida por su vecino mucho más grande, una dictadura despiadada que comete atrocidades masivas. Desafiando las probabilidades, la democracia repele un ataque que la mayoría de la gente esperaba que tuviera éxito en cuestión de días y resiste e incluso recupera terreno en los meses de brutales combates que siguieron.

¿Cómo puede cualquier estadounidense, ciudadano de una nación que se considera a sí misma un modelo de libertad, no apoyar a Ucrania en esta guerra?

No obstante, hay importantes facciones de la política estadounidense —un pequeño grupo de izquierda, un bloque mucho más significativo de derecha— que no solo se oponen a que Occidente apoye a Ucrania, sino que además es evidente que quieren que Rusia gane. Y mi pregunta, en el aniversario de la invasión rusa, es ¿qué hay detrás del apoyo de la derecha a Vladimir Putin?

Ahora bien, Putin no es el único autócrata extranjero que le gusta a la derecha estadounidense. El primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, se ha convertido en un icono conservador, uno de los oradores favoritos en las reuniones del Comité de Acción Política Conservadora, que incluso celebró una de sus conferencias en Budapest.

Pero siento decir que la admiración de los conservadores hacia Orbán tiene un sentido racional, dados los objetivos de la derecha. Si quieres que tu nación se convierta en un bastión del nacionalismo blanco y del iliberalismo social, una democracia solo de nombre, que es un Estado unipartidista en la práctica, la transformación de Hungría efectuada por Orbán muestra el camino a seguir. Y es evidente que eso es lo que quiere buena parte del Partido Republicano moderno.

Sin embargo, que yo sepa, Orbán no es objeto de un culto a la personalidad por parte de la derecha; ¿cuántos conservadores estadounidenses saben siquiera cómo es?

Putin, por el contrario, es objeto de un culto a la personalidad no solo en Rusia sino también entre la derecha estadounidense, y lo ha sido durante años. Y es un culto bastante siniestro. Por ejemplo, en 2014, un columnista de National Review contrastó los paseos a caballo que hacía Putin luciendo el torso desnudo con los “atuendos de golf metrosexuales” del presidente Barack Obama.

Hasta la invasión de Ucrania, la Putinfilia también estaba acompañada de extravagantes elogios a la supuesta eficacia militar de Rusia. En 2021, Ted Cruz difundió un video en el que comparaba un anuncio de reclutamiento militar ruso donde aparecía un varón musculoso haciendo cosas de hombres con un anuncio estadounidense en el que se destacaba la diversidad de los reclutas del Ejército. “Tal vez un ejército emasculado y con conciencia social no sea la mejor idea”, decía Cruz.

¿En qué se basa este culto al putinismo? Yo diría que muchos en la derecha consideran que para ser poderoso hay que ser un duro y fanfarrón, y ridiculizan cualquier otra cosa —como la apertura intelectual y el respeto a la diversidad— que pudiera interferir con la fanfarronería. Para ellos, Putin encarnaba a un hombre poderoso, y Rusia, con su visión militar de hombres musculosos, su idea de un país poderoso.

Desde un principio debería haber sido obvio que esta visión del mundo era totalmente equivocada. El poder nacional en el mundo moderno se basa sobre todo en la fuerza económica y la capacidad tecnológica, no en la destreza militar.

Pero luego vino la invasión, y resultó que la Rusia de Putin, sin conciencia social ni civilización, ni siquiera es muy buena haciendo la guerra.

¿Por qué el Ejército ruso ha fracasado tan estrepitosamente? Porque las guerras modernas no las ganan tipos que se pavonean y muestran sus bíceps. Se ganan sobre todo con logística, tecnología e inteligencia (tanto en el sentido militar como en el ordinario); cuestiones que resulta que Rusia hace mal y Ucrania bastante bien, para nuestra sorpresa. (No se trata solo de las armas occidentales, aunque estas han resultado increíblemente eficaces; los ucranianos también han demostrado un verdadero talento para encontrar soluciones ingeniosas para sus necesidades militares).

Cabe aclarar lo siguiente, las guerras siguen siendo un infierno y no hay ganadores, ni siquiera con armas superiores, si no hayun inmenso valor y resistencia. Pero estas son también cualidades que resulta que los ucranianos —hombres y mujeres— tienen de sobra.

Hablando de valor, ¿soy el único sorprendido por el contraste entre la audaz visita del presidente Joe Biden a Kiev y la manera en que el presidente Donald Trump se retiró al búnker de la Casa Blanca cuando manifestantes desarmados se congregaron en el parque Lafayette?

Pero volviendo a la guerra. La clave para entender la creciente rabia de la derecha contra Ucrania es que los fracasos de Rusia no solo demuestran que un líder al que idolatraban tiene su talón de Aquiles. También demuestran que toda su visión del tipo duro sobre la naturaleza del poder es errónea. Y les está costando aceptarlo.

Esto explica por qué los principales seguidores de Putin en Estados Unidos siguen insistiendo en que Ucrania está perdiendo. Putin está “ganando la guerra en Ucrania”, declaró Tucker Carlson el 29 de agosto, pocos días antes de varias victorias ucranianas. Todavía se habla mucho de una gran ofensiva rusa este invierno; sin embargo, la verdad es que esta ofensiva ya está en marcha, pero como dijo un funcionario ucraniano, ha logrado tan poco “que no todo el mundo lo ve”.

Nada de esto significa que Rusia no pueda acabar conquistando Ucrania. Pero si lo hace, será, en parte, porque los partidarios estadounidenses de Putin obligarán a que ya no se brinde ayuda clave. Y si esto sucede será porque la derecha estadounidense no puede soportar la idea de un mundo en el que tener conciencia social no significa ser débil y los hombres que se hacen pasar por tipos duros en realidad son perdedores.

(c) The New York Times.

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Mauricio(24609)06 de marzo de 2023 - 02:42 a. m.
Putin es un asesino con un buen departamento de propaganda. Bide, contraria mente a Trump, es un tipo valiente que toma un tren de diez horas para meterse en las fauces del oso matón
Lalo(70277)05 de marzo de 2023 - 11:48 p. m.
Este pendejo resultó peor que la extrema derecha. Krugman está anclado en el anacronismo de un imperio portador de valores dizque libertarios y democráticos. Se necesita ser muy ciego y de muy mala fe para pensar que Putin es el malo (bueno no es) y sus “amados” occidentales. A otro perro con ese hueso. Con opiniones así lo único que hace es pelar el cobre.
  • abrajam(24239)06 de marzo de 2023 - 01:43 a. m.
    MUY BUENO
Lalo(70277)05 de marzo de 2023 - 11:48 p. m.
Este pendejo resultó peor que la extrema derecha. Krugman está anclado en el anacronismo de un imperio portador de valores dizque libertarios y democráticos. Se necesita ser muy ciego y de muy mala fe para pensar que Putin es el malo (bueno no es) y sus “amados” occidentales. A otro perro con ese hueso. Con opiniones así lo único que hace es pelar el cobre.
  • abrajam(24239)06 de marzo de 2023 - 01:48 a. m.
    BUENÏSIMO
Lalo(70277)05 de marzo de 2023 - 11:48 p. m.
Este pendejo resultó peor que la extrema derecha. Krugman está anclado en el anacronismo de un imperio portador de valores dizque libertarios y democráticos. Se necesita ser muy ciego y de muy mala fe para pensar que Putin es el malo (bueno no es) y sus “amados” occidentales. A otro perro con ese hueso. Con opiniones así lo único que hace es pelar el cobre.
  • abrajam(24239)06 de marzo de 2023 - 01:46 a. m.
    EXCELENTE
Ángel Guardián(62526)05 de marzo de 2023 - 11:04 p. m.
Putler es un vulgar asesino añorando un ridículo sistema fracasado; hoy es un viejo lleno de achaques y asustado su grupo cercano no lo traicione. En 20 años ese engendro del mal ya estarà muerto al igual que hitler, stalin, chavez y todos aquellos endriagos del infierno. Ing. en Dubai
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