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Cierre de colegios privados: ¿mala noticia?

Paula Samper Salazar

09 de junio de 2025 - 12:07 a. m.

En estos días presentaba este diario la noticia del cierre de 700 colegios privados. No debería sorprendernos, dado que el descenso en la natalidad (13,7 % en 2024) ha causado una disminución en el número de estudiantes escolares gradualmente desde 2020. Yo me pregunto: ¿es esta necesariamente una mala noticia?

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La muerte de proyectos educativos que sus fundadores pensaron con el mayor cuidado, particularmente aquellos sin ánimo de lucro, es triste para sus fundadores, maestros y exalumnos. Pero mi hipótesis es: si el cierre de colegios privados que habían perdido vigencia en la sociedad o cuyos resultados no eran óptimos va acompañado de un impulso decisivo en la educación pública, no es necesariamente una mala noticia.

Las sociedades evolucionan. Algunos colegios privados dejaron de tener vigencia, y se mantuvieron con principios tradicionales que quizás eran relevantes en 1970, o incluso enriquecían a una persona o familia. Hoy se presentan como algo anquilosado y obsoleto. En otros casos, la deficiente calidad de colegios privados pensados como negocio, con promesas incumplidas para sus egresados, combinada con la cada vez mayor presencia de colegios públicos de alta calidad en las mismas zonas, como es el caso de Bogotá, se manifestó en una migración hacia los públicos.

Durante décadas, la educación escolar pública en Colombia fue insuficiente. Lo sigue siendo en los entornos rurales. Pero en los últimos años hemos visto cómo los colegios públicos en algunas ciudades han subido en calidad y cobertura. En 2023, el 80,2 % de los estudiantes estaban en una institución oficial, mientras que el 19,8 % estaban en colegios privados. Y según la opinión de muchos expertos, no hay evidencia sólida que demuestre que la educación privada es mejor que la pública dado que, si bien colegios privados ocupan los primeros lugares en los rankings nacionales, también es cierto que tienen una más alta capacidad de selección de sus estudiantes, tanto al ingreso como en la permanencia.

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En ese contexto de mejora en los colegios públicos, ¿nos sorprende que alguien prefiera irse a esa oferta gratuita y cada vez de mejor calidad, en vez de pagar altos costos por el prurito de ser “educación privada”? Quizás así debería ser. Si al final del proceso se decantan los números y nos quedan unos colegios privados de alta calidad, relevantes, con ofertas educativas innovadoras, y unos colegios públicos cada vez más dignos, con resultados de calidad, estaremos mejor como sociedad.

Ya no es tan cierto aquello que pensábamos antes, de que “los colegios públicos son malos”. De hecho, muchos son mejores que privados que estaban traicionando su promesa de valor. Debemos cambiar la percepción de que los privados siempre son mejores, por un tema de estatus o condición social.

Los privados tienen derecho a fundar colegios, ni más faltaba, pero deben mantenerse relevantes. Si esto va acompañado de un aumento en la cobertura y calidad de los colegios públicos, todavía mejor. Un país que no apuesta a la alta calidad de su educación pública está renunciando a uno de sus deberes fundamentales.

Por Paula Samper Salazar

Abogada bogotana. Esta columna es una opinión personal que no representa a las organizaciones a las que pertenezco o asesoro.
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