Según la última encuesta de Invamer, hecha para Caracol Noticias, donde se mide el pulso nacional en materia política, el resultado más evidente pareciera ser el deseo de los colombianos por buscar una alternativa, desde el punto de vista ideológico, en la centro-derecha. La mayoría de los encuestados, al ser preguntados por su afinidad política, se declaran primero de derecha 32,3 %, quienes dicen optar por el centro ocupan el segundo lugar con 25,4 %, el tercer lugar lo ocupan los definidos como sin afinidad 23,6 % y, por último, la tendencia en aproximación ideológica con la izquierda en un 18,6 %. Es decir que el pensamiento que preponderó en las elecciones del 2022 de centro, con énfasis en la izquierda en el lapso de dos años se desperfiló y es la última de las opciones para ser votada en 2026.
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La gente se pregunta por qué, si el escenario es centroderechista. Gustavo Bolívar alfil del petrismo, es decir la izquierda, ocupa el mismo puesto en el triunvirato, junto a Sergio Fajardo y Vicky Dávila (a los tres los cobija el margen de error) como las primeras opciones entre 25 aspirantes medidos en la encuesta. La respuesta es simple: tiene el voto duro del petrismo. Pero con eso no le alcanza, por ahora, para ampliar su aspiración a otras esferas de los votantes y ganar las presidenciales y Congreso el año próximo. Un ejemplo fue lo que ocurrió en la campaña de Gustavo Petro modelo 2022. El hoy presidente de la república contaba, hace dos años y medio, con un 30 % de votantes fieles a sus ideas trabajadas con coherencia durante sus tres décadas de parlamentario contestatario y anticorrupción, que le sirvió para ganar un espacio en tres elecciones presidenciales, pero solo con ese importante porcentaje no le alcanzaba para llegar el poder. Le correspondió estratégicamente convertir la elección de ese año post pandémico en un plebiscito antituribista, cuyo sparring fue el expresidente Iván Duque. Con ello atrajo vertientes de centro para poder maquillar su esencia izquierdista con los atributos de sectores como los verdes y el santismo. Al final, con esas tácticas, logró persuadir la masa centro-izquierda, mayoritaria en aquel momento, para obtener la victoria electoral y convertirse en el primer presidente de izquierda en Colombia. En este 2025, y según los sondeos, ese escenario no existe.
La comprobación, repito, según registros de las mediciones, de que no hubo acción efectiva del discurso ganador en 2022, le pasa factura al sector oficialista en el poder. Hubo unos meses, al inicio del periodo, donde el país dejó de lado sus temores a una revolución cuajada democráticamente para que las palabras de Gustavo Petro se convirtieran en hechos. No se logró. Salió el rostro real del 18,6 % de un radicalismo encuestado en la implementación de sus políticas. No hubo consensos. No hubo acuerdo nacional. Tampoco se produjo el tan cacareado por el presidente, golpe de Estado ni golpe blando. Es decir que la vacuidad en la primera gerencia pública de la izquierda en el país le ganó la batalla a la concreción de los anhelos de sectores que apoyaron electoralmente el sueño de Gustavo Petro. Hoy la incompetencia pareciera ser la marca de este gobierno. Así no se genera confianza. Ni tampoco futuro para una sociedad con problemas como la débil seguridad nacional o ciudadana y, lo que más sorprende, la salud. Este aspecto se convirtió, según encuesta Invamer, en una de las mayores dificultades para el colombiano de todos los estratos. ¿No era esa la bandera para poder garantizar un mejor sistema de salubridad pública? Ya los espejos retrovisores o la disculpa de su ineficiencia como método de víctima político-electoral no le está dando resultado al eje de izquierda en el poder.
En la actualidad, el petrismo parece estar pringando y menguando las opciones de centro-izquierda. Por el contrario, esta inacción gubernamental permite que con la muleta preciada de la derecha, luego de dos años de mal gobierno, las opciones de la centro-derecha se valoricen.