Publicidad

El declive de la izquierda populista

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Piedad Bonnett
13 de diciembre de 2015 - 04:24 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

La estruendosa derrota de la “revolución bolivariana” parece anunciar el declive de los gobiernos latinoamericanos de la izquierda populista, entre los que se contaba el de Cristina Kirchner, que se marchó este miércoles dando un portazo de muchacha iracunda y pataletosa.

Porque si algo ha caracterizado estos regímenes es su espíritu belicoso, su tono provocador y su tendencia al desplante y la bravuconada.

Hay, por supuesto, matices que diferencian los gobiernos populistas y no señalarlos sería caer en simplismos. Porque no es lo mismo el talante de Dilma Rousseff que el de Evo Morales, ni el de Correa que el de Maduro. Algunos de estos gobernantes, en su momento, crearon expectativas y esperanzas, y no todo son fracasos absolutos. Tristemente, sin embargo -y aunque algunos de estos gobiernos se sostienen- todo pareciera mostrarnos que la oportunidad que tuvieron las izquierdas de la llamada “marea rosa” latinoamericana ha sido desperdiciada, aunque por diversas razones. La incompetencia a la hora de la gestión económica es una de ellas, sobre todo en el caso venezolano, cuya dirigencia derrochó su riqueza petrolera entregando dádivas a sus aliados, con tremendas consecuencias para el ciudadano del común aunque no para sus gobernantes, los cuales a punta de corrupción se han llenado los bolsillos. Sí, la corrupción, ese otro cáncer, visible ahora también en los gobiernos de Argentina y Brasil, el mismo que tiene a la heredera del gobierno de Lula da Silva, que tantas cosas buenas tuvo, al borde de la revocatoria de su mandato.

Más allá de la corrupción y de la incompetencia, características de muchos otros gobiernos latinoamericanos, vemos en estos gobiernos populistas prepotencia, abusos de poder, ánimo de confrontación, irrespeto por otras formas de pensamiento, en fin, vocación autoritaria. Que en el caso de Venezuela se manifiestan en amenazas antidemocráticas –“¡Ganar como sea!”- y en persecución a la oposición; en el de Evo Morales, Correa y Maduro, en sus intenciones de perpetuarse en el poder reformando la constitución; y en todos ellos, en restricciones a la libertad de expresión y en el acallamiento de los medios que disienten. Estos abusos de poder han llegado incluso a lo siniestro, en casos como el de la muerte del fiscal Nisman, en Argentina –que se cree pudo ser un asesinato- o en el muy reciente crimen de un sindicalista venezolano de la oposición.

Lo grave de todo esto es que, por reacción, los gobiernos de relevo tienden a ser de derecha, con todo lo que esto implica de retroceso en políticas sociales. Y que la otra izquierda -no la dogmática y radical sino la moderna y democrática, representada entre otros por Mujica, Tabaré Vásquez o Michelle Bachelet – resulta, por extensión, injustamente desprestigiada. Los colombianos, que ya hemos experimentado, aunque en menor proporción, el populismo de ciertos gobernantes, tanto de izquierda como de derecha, tendríamos que aprender la lección y estar alerta. Porque el populismo es para los latinoamericanos, tan maltratados por sus gobiernos y tan proclives al caudillismo, una tentación que cada tanto renace.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.