El intocable


Daniel Coronell, en Los Danieles y Cambio, dio cuenta hace unos días de la última tropelía de Armando Benedetti: “De acuerdo con documentos que obran en la Comisaría de Policía del Distrito de Madrid-Centro, el embajador Armando Benedetti, blandiendo un cuchillo de 25 centímetros, amenazó a su suegra y a su esposa mientras las insultaba con palabras viles que no es necesario repetir. Después, destruyó a puñaladas las pertenencias de su esposa: su ropa, su teléfono celular y su computador. Los policías que atendieron el caso aseguran que al hombre salido de casillas no le importó que ella estuviera recuperándose de una operación, ni la presencia de sus pequeños hijos que fueron testigos de la aterradora escena”. Benedetti, que ha negado los hechos, le contestó acusándolo de falta de ética, y diciendo que sólo hablará cuando fallen los jueces. “Por el bien de mis hijos seré prudente”, afirmó, como todo un buen padre.

¿A quién es más fácil creerle? ¿A un periodista que lleva años demostrándole al país profesionalismo, honestidad y capacidad de investigación, o a un político oportunista que ha saltado de partido en partido, al que le han abierto nueve investigaciones? Cinco de ellas en la Corte Suprema de Justicia, una de las cuales por enriquecimiento ilícito, del que se sospecha que consiguió dineros no reportados a la campaña de Petro y, sobre todo, para lo que aquí nos ocupa, que quedó grabado en una conversación donde amenaza a Laura Sarabia, mano derecha del presidente, con un lenguaje de carretero (con perdón de los carreteros), del cual esta es una pequeñísima muestra: “Yo no me voy a dejar mamar gallo, Laura, te lo juro por la vida de mis hijos que no pasará nunca. Nos hundimos todos. Nos acabamos todos. Nos vamos presos, acabamos toda la hijueputa verga”.

Los rumores sobre violencia de género ejercida por Benedetti llevan años. Ya en agosto de 2023, Adelina Guerrero, su mujer, en estos momentos en proceso de separación, había escrito mensajes en X que parecían aludir a maltrato: “Cuando alguien te quiere... no te pega... no te grita... no te cela... no te maltrata... no te humilla...”; su madre, Adelina Covo, por los mismos días, escribió: “¿Qué opinan ustedes de una lacra, de una escoria social, que amenaza a la esposa con echarle ácido en la cara?”. Lo que uno no se explica es cómo el Gobierno no se pronuncia con suficiente firmeza al respecto. El canciller Murillo declaró, con cierta tibieza -como con Venezuela- que la oficina de control interno de su ministerio estudia la denuncia a Benedetti “por violencia verbal” ¡Verbal! Y el presidente, que trina cien veces al día y que es capaz de tildar de asesinos a los que gritan “fuera Petro”, calladito. Razón tiene Katherine Miranda cuando escribe: “Causa rabia e indignación ver al presidente Petro hablando de respeto a la mujer, cuando es innegable que en su gobierno tiene a tanto maltratador y acosador. ¿Será mucho pedir un poquito de coherencia?”.

Adenda: Vuelve la Fotomaratón, organizada por Fotomuseo, el proyecto de la incansable Gilma Suárez, el 7 y 8 de septiembre. “Todas las miradas, un país”. Una gran fiesta para Bogotá. Para saber cómo concursar en sus múltiples modalidades, consulte la página web de Fotomuseo.