Parece un chiste, una gran broma, de esas que hacen que, entre carcajadas, nos llevemos las manos a la cabeza con exclamaciones como “¡no puede ser!”.
Pero no, no es un chiste. Dentro de los actos del “I Taller para el Diseño del Sistema de Formación Socialista” y en un salón abarrotado de delegados trajeados de rojo presididos por Nicolás Maduro, donde se podía leer en grandes letras “III Congreso Partido Socialista”, una mujer fue invitada al estrado para que leyera el padrenuestro chavista. Sí, así como lo están leyendo. Para los que no lo conocen, reproduzco el texto, un excelso ejercicio lleno de renovaciones literarias e ideológicas:
“Chávez nuestro que estás en el cielo, en la tierra, en el mar y en nosotros, las y los delegados. Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y de allá. Danos hoy tu luz para que nos guíe cada día, no nos dejes caer en la tentación del capitalismo, y líbranos de la maldad de la oligarquía, del delito del contrabando porque de nosotros y nosotras es la patria, la paz y la vida. Por los siglos de los siglos. Amén. Viva Chávez”.
Qué maravilla. Esta insigne página, que sin duda logrará perdurar lo mismo que la memoria del que ha sido proclamado por sus seguidores “el comandante eterno”, revela de manera brillante una parte del espíritu de la revolución bolivariana. En primer lugar, el uso no sexista y políticamente correcto que sus huestes hacen de la gramática, que fluye con elegante eficacia en la parte que dice “… y en nosotros, las y los delegados”. Esa inclusión de lo femenino en el lenguaje, cada vez más usada en nuestro territorio, sobre todo por los políticos, tuvo sin embargo su verdadero momento apoteósico en la misma Venezuela cuando Nicolás Maduro habló de “millones y millonas”, y luego anunció que su gobierno repartiría “treinta y cinco mil libros y libras”. Y es que parece que en su boca, cuando habla de reparticiones, todo puede adquirir tintes novedosos. Como cuando un lapsus lo puso a decir, en metáfora bíblica, que “debemos multiplicarnos así como Cristo multiplicó los penes..., perdón, los peces y los panes”.
La “oración de los delegados”, como la llamó su autora, Ma. Estrella Uribe, muestra también lo que los académicos llamarían simbiosis, esta vez entre el catolicismo y el marxismo, una relación novedosa que funda el cristo-marxismo, un fenómeno que se relaciona con el castro-chavismo acuñado por los uribistas. Ya sabíamos, a través de un pajarito, que en el otro mundo Chávez se encontraba feliz y dispuesto a enviar mensajes, pero esta ya es su consagración como divinidad, algo que ya había anunciado Maduro hace unos meses: “Cristo redentor se hizo carne, se hizo nervio, se hizo verdad en Chávez”.
Estas mezclas confusas que produce el populismo de la peor laya, como el que hay hoy en Venezuela, nacen del manoseo impúdico de las creencias religiosas de las mayorías, y de la explotación de la ingenuidad de unos y del fanatismo de otros. Y eso mientras se acude al racionamiento, a la represión y a medidas tontas como el cierre nocturno de la frontera. Hechos que de chiste no tienen nada. Pobres venezolanos.