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En nombre del bien

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Piedad Bonnett
12 de septiembre de 2021 - 05:30 a. m.
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¡Con qué ligereza, creyendo actuar a nombre del bien de la humanidad, los adalides de la justicia, llevados por la pasión, la emoción o las creencias, son capaces incluso de pasar por encima de la ley! Sucede, por ejemplo, con los defensores de la cadena perpetua contra violadores de niños, que contradicen la evidencia de que no es la magnitud de la pena —máxime cuando esta, en Colombia, puede ser hasta de 60 años— sino la garantía de no impunidad la que puede disuadir al depredador. Pero es que indignarse y defender a gritos causas que son populares puede hacerlos sentir como seres moralmente superiores y de paso darles réditos políticos.

Es natural que los violadores o asesinos de niños provoquen en nosotros ira, odio y deseo de venganza, pero, por crueles que hayan sido y aunque nos pese, no los podemos despojar de toda dignidad humana. Un país que se dice cristiano tendría que entender lo que significa negarle a una persona la posibilidad de redimirse a través del castigo. Pero ni la compasión ni la misericordia son valores que aquí abunden. Por fortuna en Colombia tenemos una Constitución que, fiel a las conquistas que ha ido haciendo la civilización y para evitar la barbarie que significa la pena de muerte o la cadena perpetua, cuida de que la pena no sea “cruel, inhumana y degradante”, como bien lo expresó la magistrada ponente, Cristina Pardo —por cierto, católica y conservadora—. No es, entonces, como afirman con patetismo populista Yohana Jiménez o el presidente Duque, que se está privilegiando la dignidad de los victimarios. Es que se está respetando un principio básico de nuestra Constitución.

También los justicieros que obran en nombre del Bien se permiten perseguir, juzgar y condenar a las mujeres que sienten que no están en condiciones de ser madres y por tanto acuden al aborto. En Colombia, por ejemplo, según informes recientes, el 56 % de las denuncias que llevan a las mujeres a la cárcel son hechas por personal médico que, erigido en juez, traiciona el secreto profesional. Y en Texas, donde está prohibido el aborto desde el momento en que se detecten los latidos del corazón —algo que sucede aun antes de que una mujer sepa que está embarazada—, los legisladores republicanos se han atrevido a ofrecer recompensas para quienes delaten a las mujeres que aborten o a las organizaciones y personas que hayan sido “cómplices” de ellas, callando o auxiliándolas en ese trance. ¡Qué interpretación tan particular de los principios éticos! Y esto, como en el caso de la cadena perpetua, a sabiendas de que la prohibición no detendrá jamás los abortos y que practicarlos en la clandestinidad pone a las mujeres en riesgo grave de muerte.

También a esos que se erigen en representantes de la justicia en la Tierra les parecerá muy bien que los mercenarios colombianos presos en Haití estén siendo torturados, reciban una sola comida al día y duerman entre excrementos, ratas y cucarachas. Sí, delinquieron, son seres sin principios, que merecen un castigo severo, pero a los que se les deben condiciones mínimas de dignidad humana. El presidente y la canciller, que invocan a Dios y a la Virgen cada vez que hablan, deberían trabajar para que eso se les garantice.

Conoce más

 

aldemar(14308)13 de septiembre de 2021 - 06:38 a. m.
Clara y contundente: qué gran analista y escritora!
Augusto(05139)12 de septiembre de 2021 - 10:59 p. m.
Estoy de acuerdo con una legalización del aborto pero acompañada de campañas de educación para que las mujeres no se embaracen y cojan esto como un juego, similar a sembrar un fríjol y arrancarlo cuando ya vaya en un estado avanzado de germinación.
Carlos(52562)12 de septiembre de 2021 - 07:42 p. m.
Maestra Piedad: muy bien Con mi mayor respeto le digo que usted parece no conocer las condiciones de la mayoría de las cárceles colombianas. También hay que abogar por los presos de aquí, no todos están en guarniciones militares o de policía o son amigos de uribe
  • Piedad(03296)12 de septiembre de 2021 - 08:32 p. m.
    Estimado Carlos: No sólo tengo varias columnas sobre la inhumanidad de las cárceles, sino una obra de teatro para la que me documenté ampliamente.
Hernando(84817)12 de septiembre de 2021 - 06:16 p. m.
El problema no es de caridad cristiana pues este argumento es una falacia. Lo que sucede es que por duras que sean las penas, en el papel, en Colombia no se aplican en la realidad. Pero que individuos que han perdido todo rastro de humanidad no tengan ningun castigo, si es reprochable. La impunidad es lo normal es esta sociedad hipocrita y de doble moral.
Ruben(23533)12 de septiembre de 2021 - 05:39 p. m.
Su excelsa pluma, es un bálsamo que nos refresca de tantas idioteces que escriben los taimados que hoy posan de "columnistas" o de "vickidavilistas", que es igual a pseudo periodista.
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