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Historia de Año Nuevo

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Piedad Bonnett
03 de enero de 2021 - 03:00 a. m.
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Hace ya muchos años llegó a mi casa Rosa Espejo. Tendría 18 años, traía una maleta con su ropa, una máquina de tejer y una guitarra que había comprado con lo que obtuvo de la venta de una ternera. Durante los meses en que trabajó conmigo me fue contando su vida en el campo boyacense, donde transcurrieron su infancia y adolescencia en medio de extrema pobreza. Rosa duró poco tiempo en mi casa, pero mi relación con ella nunca se interrumpió. Así me fui enterando de que tuvo un niño de un hombre que nunca asumió su paternidad; luego, de su posterior matrimonio y del nacimiento de otros dos hijos, uno ellos con serias deficiencias cognitivas. Gracias al trabajo de Rosa en un supermercado —del que debió retirarse para cuidar a su hijo con incapacidad— y al de su marido, lograron conseguir una casa-lote en Suba y una casita modesta en un municipio vecino, cuyo arriendo ayudaba en algo a la familia.

Cuando D, el primogénito de Rosa, salió del bachillerato, soñaba con ser piloto, pero como sus padres no podían costear sus estudios se empleó de empacador y empezó a ahorrar para cumplir su sueño. Finalmente fue admitido en la FAC, algo que la familia celebró: del futuro de ese muchacho podía depender, en buena parte, el bienestar de sus hermanos. Para poder pagar la carrera los padres tuvieron que tomar una decisión difícil: vender la casita que tenían arrendada. El 6 de marzo del 2019, fecha del cumpleaños de D, firmaron las escrituras. Según el relato minucioso que me hicieron madre e hijo, ese mismo día, dos meses después de su ingreso a la FAC, durante un ensayo de juramento de bandera y para “celebrar” su cumpleaños, un alumno de segundo año, de los que llaman “distinguido”, que estaba a cargo de la formación, lo molió a golpes en la parte baja de la espalda, mientras otro le decía: “Tranquilo, todo pasa, no se mueva”. No fue una broma. El 8 de marzo, cuando le dieron salida, su mamá lo vio muy mal, y el 12, en la escuela, su situación se tornó grave. No había médico de cabecera en las instalaciones, por lo que fue trasladado al Hospital Militar. Allí fue sometido de urgencia a una operación y le advirtieron a la madre que era posible que muriera: había sufrido una isquemia intestinal con necrosis masiva. D se debatió tres días entre la vida y la muerte, luego empezó una difícil recuperación.

Tanto Medicina Legal como los médicos del hospital declararon que las lesiones fueron por trauma, es decir, por la brutalidad de los golpes recibidos. D tuvo que tomar anticoagulantes durante un año y todavía tiene secuelas tanto físicas como síquicas. Al año y un mes intentó el reingreso a la FAC, pero se lo negaron aduciendo que ya había pasado el plazo. La institución le sigue prestando servicio médico, pero nunca castigó al agresor. Cuando fue a recoger sus pertenencias sólo le entregaron prendas ajenas, rotas e incompletas. Por las secuelas de la golpiza, D tuvo que renunciar a su sueño de piloto. En 2020 entró a estudiar para técnico de aviación, pero ahora debe interrumpir sus estudios porque los padres están endeudados. De Año Nuevo quiere salud, pero sobre todo justicia, pues a él y a su familia les dañaron la vida. No sé si sea mucho soñar con que un abogado generoso asuma esa causa.

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Juan(23954)04 de enero de 2021 - 02:13 a. m.
Dios, increíble q estas palizas sigan en las fuerzas militares y ningún superior haga algo. Esperamos justicia
Eduardo(00883)03 de enero de 2021 - 11:49 p. m.
Ojalá lea un abogado generoso la columna y se apiade de la injusticia para defender la dignidad humana....ese sería el caso! Triste historia. Feliz Año Piedad!
Alberto(3788)03 de enero de 2021 - 08:42 p. m.
Dramática, muy dolorosa historia, a la vez emblemática sobre lo que sucede al interior de esos muros infranqueables en todo sentido y con los delincuentes, como ese sujeto que se le tiró la existencia al muchacho y que tiene granizada la impunidad.
maria(92270)03 de enero de 2021 - 05:13 p. m.
Y PORQUE NO ESCRIBISTE MAS A TIEMPO. USANDO LA COLUMNA SIN MIEDO Y MAS OPORTUNAMENTE NO LE HABRIAN NEGADO EL REINGRESO Y HABRIAN TENIDO QEU RESPETARLO. QUE SUSTO NO? SE ENTIENDE... PERO Y TU AYUDA GENUINA A QUIEN FUE TU SERVIDORA. ES MUY TIPICO DE LOS INTELECTUALES Y "POETAS" DARSELAS DE MAGANANIMOS Y QUEDAR A MITAD DE CAMINO. BUENO, DE UNA CUENTA Y AYUDAMOS. CON PLATA ES COMO MAS SE RESUELVE.
  • Jaime(47955)04 de enero de 2021 - 02:59 a. m.
    Que pobreza con la que cuenta usted señora. Me da lástima su poca humanidad. Esa frase " de una cuenta y ya, dice mucho de usted"..
  • Berta(2263)03 de enero de 2021 - 08:31 p. m.
    Increíble, malo porque denuncia y malo porque no lo hizo antes. ¿Se ha preguntado acaso si ella supo la historia a tiempo? ¿ O si la madre de la víctima la había autorizado a hacer pública esta historia de tortura y de ignominia? Y no, la plata no siempre resuelve las problemas; a lo mejor si la hubieran pedido usted se lo habría reprochado.
Santiago(05840)03 de enero de 2021 - 04:34 p. m.
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