En una sociedad que a diario intenta hurgar morbosamente en la intimidad de los famosos, se le teme, paradójicamente, a la exposición de lo íntimo y más aún si se da en la escritura femenina. Por eso mismo, a la premio nobel Annie Ernaux se la minimizó mucho tiempo tildándola de hacer literatura “de mujeres” (con todo lo de despectivo que esa expresión ha encerrado siempre, ya que remite a chisme o a frivolidad) o se la acusa todavía hoy de exhibicionismo o de ensimismamiento narcisista. Y es que la materia prima de la mayoría de sus libros es su propia vida, pero desnudada en sus aspectos más crudos, sobre todo en lo que tiene...
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