Publicidad

La poesía de Claudia

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Piedad Bonnett
31 de julio de 2016 - 02:20 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Muy ilustrativo resulta el Twitter de Claudia López en el que afirma, usando un símil muy preciso, que el “enfoque de género anunciado en La Habana es poesía”, queriendo decir, hasta donde entiendo, que es vacuo, inane, inútil, un ejercicio meramente retórico como el que hacían unos desocupados como Shakespeare, Garcilaso, Sor Juana, Baudelaire o Borges, que dedicaron su vida a juntar palabras que suenan bonito, pero que poco o nada dicen de la realidad.

Porque la poesía consiste en escribir versitos para que los niños los digan de memoria en las sesiones solemnes o para que uno que otro tipo romanticón trate se seducir a una dama. ¿O no?

Hay que reconocerle a Claudia que ella no se inventó el dicho, que se lo oí hace ya unas décadas a un profesor de la universidad donde trabajé —enseñando, entre otras cosas, poesía— porque en todas partes se cuecen habas. Es más corriente decir que algo no es más que “un saludo a la bandera”, pero es lo mismo. Dirán ustedes que Claudia, una mujer brillante y muy valiente, usó el símil con ligereza, o apeló a la expresión acuñada porque no encontró otra. Pero resulta que las frases de cajón también revelan algo de quien las pronuncia.

Puede ser que el desconocimiento que Claudia López tiene de la poesía no sea su culpa: al fin y al cabo es un género del que ya no se ocupan mucho los maestros, algunos de los cuales se sienten abrumados por la capacidad transgresora del poema contemporáneo, por su manera de romper la sintaxis y de paso el pensamiento puramente racional. Y por otro lado, hay que dejar claro que la senadora del Partido Verde no es ni mejor ni peor persona porque no le guste la poesía. El juicio no es moral. Lo que no le luce mucho es que use el término peyorativamente por desconocimiento. Y que en este sentido, se parezca a tantos políticos y gobernantes a los que el pensamiento simbólico, propio del arte y la cultura, les parece irrelevante.

Lo que le diría a Claudia es que, como dijo Paz, aunque el lugar donde mejor se manifiesta la poesía es en el poema, primero está en el mundo. Y que todos podríamos verla si quisiéramos. Y que como dijo en un bello artículo Leila Guerriero, una vez la descubrimos no podemos dejar de vivir “bajo el horrible influjo de esa lucidez espantosa”. En estos días releo, casualmente, a un poeta que también es cura, Hugo Mujica, el cual escribe poemas que tratan de acercarse a ese misterio que es la poesía. Entre las cosas que dice hay algunas muy bellas: “En la poesía nos abrimos/ a la luz, no a lo que ella ilumina”. “En su extrañeza reconozco/ lo extranjero que me soy, / en lo incomprensible lo inenarrable de mí”. También dice que “el poeta escribe para ir, no para llegar” y que “esa ignorancia es su única certidumbre”. Y sí. La poesía no es para hombres que no dudan, porque ella está siempre tratando de decir lo indecible, de asir lo inasible, de dar cuenta de esa extrañeza que es la vida. Aunque a veces sea tan concreta como en estos versos de José Manuel Arango:

“Y si en la casa de putas nace un niño /Y si los hombres/ cuando acaban de desvestirse para fornicar en la noche/ lo oyen llorar al fondo de la casa/ o de su corazón vacío”.

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.