La desproporción de las reacciones de esta sociedad es increíble. El país lleva semanas alebrestado con el fallo de la Corte sobre consumo de alcohol y drogas, un debate que no tendría que haberse llevado a esos extremos —¡se anuncian marchas!— si no se leyera amañadamente el fallo a fin de señalar a buenos y malos, como tanto les gusta a los fundamentalistas. Como han explicado los que saben, se trata ahora de hacer compatible el derecho al libre desarrollo de la personalidad con la obligación estatal de garantizar los derechos de todos. Algo difícil pero no imposible, pues existen normas que permiten a las autoridades limitar...
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