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Matar su propia humanidad

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Piedad Bonnett
18 de julio de 2021 - 05:30 a. m.
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Mario, un amigo director de teatro, me envía dos poemas de Enrique Buenaventura que hablan de los mercenarios. Son poemas implacables. En una de sus estrofas leo: “… seres humanos que / hacen del matar o del morir / el amargo pan del cada día”. Aunque se trata de fenómenos aparentemente distintos, pienso en los informes en que la JEP ha ido aclarando verdades atroces sobre los “falsos positivos”, y no puedo dejar de hacerme una pregunta: ¿en qué medida la familiaridad con la muerte violenta nos ha degradado moralmente? ¿Cómo se transforma el espíritu de un país que ve a diario cómo se mata por unos tenis, una bicicleta o un celular, pero también por la tenencia de la tierra, por disputas de poder entre narcotraficantes o por militar en un bando u otro de una guerra a la que a veces ni siquiera se ha llegado por convicciones políticas o personales sino por reclutamiento forzoso o por recibir un salario y encontrar una forma de vida? ¿En qué tipo de ser humano está convertido el paramilitar que desmiembra con una motosierra, el guerrillero que a sangre fría mata a dos ancianos porque no logran ir al paso de sus captores, el narcotraficante que quema vivos a sus enemigos o el soldado que, siguiendo las directrices de su comandante, dispara sobre los jóvenes que ha engañado, les pone un camuflado y un arma en su mano? ¿Cómo miran estos soldados a sus madres o a sus hijos cuando van a sus casas a gozar, como premio por su “lealtad”, de una licencia extendida? “Llegó a gustarme matar”, confiesa en un video de la Comisión de la Verdad un joven sicario.

Dice Zygmunt Bauman: “Quien busque la supervivencia asesinando la humanidad de otro ser humano sólo consigue sobrevivir a la muerte de su propia humanidad”. Lo que destruye una guerra sucia es el respeto de los seres humanos por “la soberana expresión de la vida”, aquello que hace que espontáneamente nos movilicemos cuando vemos a un ser humano sufriendo, suplicando, pidiendo ayuda. Y hay algo más trágico: el victimario está causando un trauma tan grande en la víctima que sobrevive o que sufrió la pérdida de un ser querido, que a menudo potencia en ella otro victimario. Desata la cadena de odio. De ahí que sea tan importante la tarea de buscar la verdad que hacen la JEP y la Comisión de la Verdad, pues para el asesino reconocer su crimen puede ser un camino que lo lleve a pedir perdón y también a reconciliarse con sí mismo y con su víctima. Una oportunidad de reivindicación.

Cuando leo las distintas modalidades con las que numerosos militares engañaron y mataron a sus víctimas —recordemos que los “falsos positivos” son 6.402—, puedo entender que del Ejército salgan mercenarios que por dinero vayan a la ciega a realizar cualquier tarea. ¿Los salva el argumento de que sus condiciones de vida de jubilados no son buenas? No creo. Ser mercenario implica estar dispuesto a cruzar una línea invisible, la de su propia conciencia, y esa seguramente ya la cruzaron en la guerra deshumanizante.

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Julio(87145)19 de julio de 2021 - 12:13 a. m.
Dice Eric Hobsbaum en su libro "Historia del SIGLO XX" que "(...) uno de los aspectos más trágicos de esta catástrofe es que la humanidad ha aprendido a vivir en un mundo en el que la matanza, la tortura y el exilio masivo han adquirido la condición de experiencias cotidianas que ya no sorprenden a nadie (...)".
  • Jaime(49525)19 de julio de 2021 - 03:48 a. m.
    EXCELENTE ACOTACIÓN SEÑOR JULIO CESAR... HOBSBAWM FUE UN GRAN ACADÉMICO AL QUE DEBEMOS VOLVER A LEER, GRACIAS POR RECORDARLO...
Alberto(3788)19 de julio de 2021 - 12:01 a. m.
Muy buena. Gracias, Piedad Bonnett.
Julio(87145)18 de julio de 2021 - 11:59 p. m.
No será que la política militar colombiana desde hace años tiene la directriz de formar mercenarios? Situación extensiva a todas las FFMM. Querría decir que con nuestros dineros se están formando asesinos a sueldo para actuar en varias latitudes, aparte de hacerlo aquí en Colombia, pues ya tienen la suficiente experiencia reconocida en las filas; 6402 falsos positivos, para empezar.
  • Jaime(49525)19 de julio de 2021 - 03:50 a. m.
    LAS FUERZAS MILITARES COLOMBIANAS SIEMPRE HAN SIDO MERCENARIOS, HAN APOYADO A OTROS PAÍSES (ENTRE ELLOS A LOS EE. UU, EN VIETNAM) A MATAR GENTE SIN CAUSA ALGUNA... ESTE ES UN PAIS DE ASESINOS A SUELDO, TRISTEMENTE..
Harold(4566)18 de julio de 2021 - 10:27 p. m.
¿Y qué decir, Doña Piedad, de los que pagan por matar; de los terratenientes asesinos que no han manchado sus manos sino sus conciencias y con cinismo escalofriante posan de "gente de bien"? ¿Y qué decir de los muñecos, títeres, aduladores y corifeos que se arrastran a los pies de los poderosos asesinos dispuestos a tapar con sus manos las porquerías de sus amos?
  • william(51538)19 de julio de 2021 - 01:08 a. m.
    Sin ninguna duda, esos son peores, los mismos que alegremente aseguran que "el ejército es una fuerza letal que entra a matar"... Y casi nunca reciben de su propia medicina.
Carlos(19865)18 de julio de 2021 - 09:53 p. m.
El ejército colombiano es una fábrica de mediocres y baratas "máquinas de guerra". Los criminales que ensambla en serie delinquen primero aquí contra sus connacionales y luego, una vez se pensionan, salen a matar en otros lugares. ¡Habría que disolver semejante institución de pesadilla!
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