No la tiene fácil Enrique Peñalosa.
Tan consciente está de las dificultades que lo esperan y de las tremendas expectativas que despierta su mandato, que se ha apresurado a advertir que “no habrá milagros, pero (…) vamos a superar las adversidades”.
Es realmente triste que el proyecto de ciudad de Gustavo Petro —centrado en lo social y empeñado en cerrar la brecha entre ricos y pobres— haya fracasado, porque su promesa de hacer de Bogotá una ciudad más humana era muy valiosa. Por el contrario, los balances muy completos que se han hecho muestran que a pesar de sus buenas intenciones no sólo deja una ciudad invivible, sino que, como lo demostró Cecilia Orozco en reciente columna, se va dejando una “piñata de contrataciones” muy al estilo de Cristina Kirchner, haciéndole más difíciles las cosas a su sucesor.
Basta ver el equipo de Peñalosa para comprender que el giro es de 180 grados. Al nuevo alcalde le interesa, muy dentro de una línea que ya le conocemos, la eficiencia, que fue lo que le faltó a la Bogotá Humana. Hacer, hacer, hacer. La prueba es que su aliado mayor es Vargas Lleras, el encargado de fortalecer la infraestructura en el gobierno Santos. Ni Peñalosa —por quien voté—, ni mucho menos Vargas Lleras, son peras en dulce. Entre otras porque, como Petro, los dos son vanidosos y autoritarios. Pero hay que reconocer que su experiencia y su persistencia los convirtió en una opción importante, y que las fortalezas técnicas de la mayoría de sus asesores han hecho crecer las esperanzas de una ciudadanía desesperada. Y paradójicamente, resignada. Porque hay realidades que parecieran inmodificables, como por ejemplo el desastroso estado de la malla vial. ¿Será posible que Peñalosa la mejore aunque sea en un 50 por ciento, y destierre el mito de que está condenada a ser un desastre para siempre? ¿Qué tal el horror de la calle 12, en el corazón mismo de la Candelaria? Y es que, entre otras, en una ciudad donde los carros deben vivir haciendo esguinces para no irse entre los huecos, los accidentes se multiplican y la movilidad no puede mejorar.
Por supuesto, sería bueno que Peñalosa sacara adelante los pocos proyectos exitosos de la Bogotá Humana. Pero hay mucho más por hacer. La lista es infinita, pero me limito a lo que, como bogotana de corazón, más me perturba: fortalecer el modelo de colegios en concesión, que tan buenos resultados ha dado; revivir la cultura ciudadana y estimular el sentido de pertenencia y la autoestima de los bogotanos; recuperar el centro, convertido hoy en un lugar sucio, mal iluminado, peligroso; devolverle la dignidad a la carrera séptima, cuya peatonalización fue tan chambonamente realizada, que en los días festivos se convierte en un muladar; poner en cintura al gremio de taxistas, lleno de conductores agresivos y que se saltan todas las normas; capacitar a los conductores de los SIPT, que van por todas partes como Pedro por su casa; revisar los cambios de la carrera 11; exigir la entrega de obras que llevan años, como la de la 94, que acabó de infartar el tráfico del norte; continuar las campañas contra la violencia intrafamiliar y contra la mujer…etc, etc, etc. Suerte, alcalde Peñalosa.