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¿Por qué votar por un canalla?

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Piedad Bonnett
08 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.
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La pregunta que me obsesiona por estos días, a la luz de las reñidas votaciones en los Estados Unidos, es por qué millones de personas pueden votar de manera entusiasta por un tipo que ha probado ser un acosador, misógino, tramposo, fanfarrón, ordinario, racista, xenófobo, arrogante y que, además, ha mostrado la mayor indolencia frente a la pandemia, subestimando las muertes de miles de ciudadanos y propiciando contagios al desafiar las prohibiciones de las autoridades locales. El día de las votaciones, ni más ni menos, estaba rodeado de más de 200 personas en la Casa Blanca. Y no se trata de un candidato del que apenas se sospeche que es todo eso, sino de un personaje que durante cuatro años no ha dejado de hacer estupideces y de mostrar su pésima calidad humana. ¿Cómo se explican tantas adhesiones? ¿Refleja esa votación masiva algo del espíritu de estos tiempos?

Creo que en buena parte sí. En la sociedad del exhibicionismo propiciado por las redes, si algo ha crecido es la desvergüenza: los peores odios y los más bajos sentimientos se exhiben públicamente sin el menor escrúpulo. Lo expresa de manera muy precisa Carolin Emcke a propósito del odio frente a los migrantes en Alemania: “Ahora se odia descaradamente. (…) Como si los estándares de convivencia se hubiesen vuelto al revés. (…) Como si quien niega el respeto al otro, es más, quien profiere insultos y prejuzga a voz en cuello, pudiera enorgullecerse de hacerlo”. Un retroceso en lo que llamamos civilización.

En este caso, se dio también una confluencia que suele ocurrir: un personaje astuto supo oler en el aire los miedos, los odios y los prejuicios de la sociedad en la que vive y se apalancó con ellos para llegar al poder. Una parte de la sociedad norteamericana, por cierto mojigata y puritana, no sólo vio su mentalidad bien representada, sino que se sintió autorizada a expresar sin rubor sus peores prejuicios, antes ocultos. Pero hay algo más: aquellos cuyos intereses priman en este tipo de gobierno soslayan los exabruptos de su presidente. Los que quieren salvar la economía a todo trance, por ejemplo, se hacen los de la vista gorda con los horrores del matón de barrio que los gobierna.

Sé que las razones de los votantes de Trump son mucho más complejas y ya las han expuesto los especialistas. Lo que intenta mi especulación es afirmar que personajes como él logran sacar a la luz lo peor de una sociedad. En Trump miles admiran al macho que se vanagloria de tocar la vagina de las mujeres y que exhibe a su mujer-maniquí como un trofeo; al pícaro, que evade impuestos y ha hecho una fortuna a fuerza de marrullas; al tramposo, que se mueve a punta de fake news; al hombre de éxito que acusa a su contendor de ser un perdedor por su talante ecuánime; al racista, que se niega a expresar públicamente su repudio a los supremacistas; al xenófobo, que humilla a los mexicanos y estigmatiza otras nacionalidades; al arrogante, que desprecia la ciencia, llama estúpido al epidemiólogo que lo asesora y recomienda clorox para tratar el coronavirus. Trump, como tituló El País, no es un accidente. Ni tampoco un caso único. O si no, pensemos en Bolsonaro, Duterte, Bukele y tantos otros. Y en quienes los eligieron.

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Julio(87145)08 de noviembre de 2020 - 11:25 p. m.
Veo que no quiso decir Uribe. Ese está en esa lista. Y para seguir con el contexto, gran parte de la sociedad estadounidense piensa y actúa como lo hacen los uribistas aquí en Colombia: burdos, obtusos, bullosos, exhibicionistas. Resumido: pensamiento y comportamiento de mafiosos.
Amadeo(14786)08 de noviembre de 2020 - 09:44 p. m.
¿ Y ACASO USA NO ES UNA DEMOCRACIA LIBERAL EN DONDE LA GENTE PUEDE VOTAR POR QUIEN LE DÉ LA GANA?. La columnista está incurriendo en el mismo error de Juan Manuel Santos quien, cuando perdió con el NO, en sus correrías solía interrogar a la gente,de forma desprevenida, sobre PORQUÉ VOTÓ NO.
cesar(32457)08 de noviembre de 2020 - 08:41 p. m.
Trump y los trumpistas, secuelas del Guasón, así, quieren, piensan y sienten como lo revela esa caricatura de película; son felices siendo como son, que los reconozcan así, y se felicitan así mismos; se vanaglorian de sus vanidades y arrogancias y no sufren por lo que debería darles vergüenza; ¿son una especie distinta de la nuestra? no, pero en la repartición de egos, se tomaron más de la cuenta.
Helena(66766)08 de noviembre de 2020 - 08:37 p. m.
Ese tema repetido en nuestro país, es lo que me hace pensar en el no futuro! Estamos enfermos como sociedad
shirley(13697)08 de noviembre de 2020 - 07:58 p. m.
Hablando de Canallas y Ruines leamos:"Otro valor perdido es la verguenza.¿Han notado que la gente ya no tiene ética ni verguenza y,entonces,sucede que entremezclados con gente de bien uno puede encontrar,con amplia sonrisa,a cualquier sujeto acusado de las peores corrupciones,como si nada?.En otro tiempo su familia se hubiera exiliado,pero ahora todo es lo mismo y hasta lo tratan como un señor..".
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