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Qué pacientes los pacientes

Piedad Bonnett

19 de agosto de 2023 - 09:06 p. m.

Ninguna generalización es justa y por eso no diré que todos los médicos son indolentes —yo conozco algunos sensibles y responsables— o que toda atención médica es mala. Pero mi percepción es que después de la pandemia las cosas han desmejorado mucho, en parte por el colapso que sufrieron los consultorios, abrumados por la demanda de pacientes que habían pospuesto sus consultas, en parte por razones que tienen que ver, creo, con actitudes que la pandemia propició, como una cierta desgana o un manejo equivocado de lo virtual. Daré unos ejemplos, algunos que me conciernen, con detalles de no creer.

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Caso 1. Ya hace mucho se considera terminada la pandemia cuando el paciente, aconsejado por su médico de cabecera, pide una cita con un nutricionista porque sufre de algunas molestias gástricas. Increíblemente, la cita que le ponen es virtual. ¿No hay, entonces, que medir, pesar, examinar? La cita es a las dos de la tarde, pero en la mañana el paciente recibe de la médica la petición de que la cita sea a la una. A esa hora recibirá su llamada. La persona cambia sus planes y a la una se sienta a esperar. Pero la nutricionista aparece a las 2:10 y parece que tiene prisa. Mientras pregunta síntomas escribe como un autómata y a los diez minutos recita —literalmente— una dieta implacable y también obvia. El paciente, desconcertado, pregunta que por cuánto tiempo. Y en ese momento ve que la doctora se levanta, y empieza a quitarse la bata blanca y a doblarla, mientras responde: pues como es algo que parece crónico, lo mejor sería para siempre.

Caso 2. Puesto que su endocrinólogo de antes de pandemia no tiene citas antes de seis meses, el paciente acude a la única persona que puede atenderla en tres semanas, eso sí, virtualmente. Ahí le echa su cuento, y la endocrinóloga le dice que quiere verlo… dentro de otras tres semanas. En la cita presencial decide quitarle una droga que lleva tomando casi cinco años, le ordena unos exámenes y le dice que pida cita en dos meses, porque antes “no tiene agenda”. A los dos meses el paciente intenta, vanamente, pedir la cita, pero la doctora está de vacaciones, mes y medio, y la agenda está llena. Opta por pedir con otro médico una cita “particular”, que obtiene de inmediato. Después de hacer nuevos exámenes el médico nuevo afirma que haber quitado abruptamente la medicación fue un error, y que el paciente ha retrocedido años en su tratamiento y hay que tomar medidas de choque.

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Caso 3. Como un viaje de trabajo obligó a postergar una cita con el médico “particular” hay que conseguir una nueva. El paciente, después de llamar a muchas instancias de la prestigiosa clínica donde atiende el médico, es remitido a WhatsApp, porque ahora las citas se dan por ahí. Después de diez minutos de llenar un formato la respuesta de la máquina es: “No hay citas disponibles con el especialista”.

Caso 4. Y juro que es verdad, aunque no fui yo la víctima. “Doctor, vengo por tres cositas”. Respuesta: “por ahora dígame dos, señora. La otra déjela para la próxima consulta”.

Soy partidaria de “construir sobre lo construido”, pero creo que los recursos tecnológicos se están usando mal, que falta más conciencia ética y que hay muchas cosas que reformar en un sistema cada día más inhumano.

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