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Buscando información sobre el accidente protagonizado por Enrique Vives Caballero, me topé en internet con esta descripción de lo que se anuncia como un “aterrador video (…) cuyas imágenes son impublicables por respeto a la memoria de las víctimas y a sus familias”: “… a los 16 segundos de la grabación enfocan otro cadáver. La escena es dolorosa, una mujer, desmembrada, yace sin vida al lado de la vía y a unos metros se alcanza a ver una de sus piernas. ‘Ay, jueputa’, se escucha decir a quienes graban y en el fondo alguien llora: ‘Laura, hermanita, no’. La cámara de celular enfoca unos metros más adelante a otra mujer fallecida sobre la vía. Varias personas rodean el cuerpo, absolutamente impotentes en medio del llanto y gritos de dolor”.
“Los hombres que hacían la grabación buscaban una explicación ante la escena que estaban presenciando. ‘Oye, ¿y ese man qué?, ¿les pasó por encima?’, dicen. En ese instante, a los 50 segundos de video, en la oscuridad, se topan con otro cadáver: una jovencita, prácticamente desnuda, tras el impacto que recibió del vehículo que manejaba Enrique Vives borracho. La víctima también tenía cercenada una de sus piernas. ‘Uy, no, ¿qué les pasó?’, exclamaron aterrados quienes estaban haciendo el video”.
¿Se trata de la publicación amarillista de un periódico vespertino de esos que ya casi no existen en papel y que destilan sangre? No, en absoluto. Esa innecesaria descripción que busca, supuestamente, dar cuenta de lo atroz de la tragedia pertenece a la revista Semana, ahora convertida en un pasquín tendencioso donde sólo podemos leer dos o tres columnistas decentes y nada más. La misma que con grosera arrogancia titula en su portada “Claudia, ¡haga algo!”, o que editorializa, también en portada, a propósito de Alejandro Gaviria, aseverando que “se lanzó a la Presidencia como candidato independiente, pero (…) los expresidentes Juan Manuel Santos y César Gaviria y las élites de siempre son los verdaderos teloneros de la campaña”. Aclaro: los dos temas son dignos de indagación —qué pasa con la inseguridad en Bogotá (y en muchas otras ciudades) o qué tan comprometido con esos expresidentes puede estar Alejandro Gaviria—, pero esa manera de presentarlos, insidiosa, incitando al prejuicio, no refleja un periodismo de calidad. ¿Pero qué podríamos esperar de un medio que a la hora de la muerte de Antonio Caballero, columnista estrella durante años de esa revista, no hace una semblanza generosa y crítica, sino que, con mezquindad inverosímil, dice de él en breve nota: “Más que la actualidad nacional y mundial, dedicó la mayor parte de sus letras a la tauromaquia, su gran pasión…” (sic). ¿Qué diría Caballero, además, de este manejo de la sintaxis?
Porque hace falta una revista de peso, que venga a llenar el vacío de la medio muerta Semana, muchos celebramos el regreso de la revista “Cambio”, que tendrá de presidente a Daniel Coronell y de director a Federico Gómez Lara, excelente columnista de este diario, con amplia experiencia periodística. “Los lectores van a encontrar información seria —explica Gómez—, bien trabajada, objetiva y despolitizada, sobre todo sin agenda”. “Un periodismo totalmente independiente”, agrega Daniel Coronell. Y tenemos razones para creerles.
