Pareciera imposible no conmoverse al ver a la joven pareja acurrucada con sus niños en un andén, exhaustos de recorrer la ciudad pidiendo ayuda a gritos; o al hombre que pasa horas enteras en un semáforo anunciando: “Soy panadero y tengo familia”; o al músico, que muy seguramente hacía parte de una orquesta, tocando su saxofón en una esquina; o a las familias que atraviesan nuestras cordilleras cargadas con sus enseres, desafiando el sol y la lluvia en busca de un mejor destino; son los migrantes venezolanos que no tuvieron otro remedio que escapar de un país gobernado por una régimen desalmado, que los ha condenado a la...
Conoce más
