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Ser joven en Colombia

Piedad Bonnett

02 de septiembre de 2023 - 09:00 p. m.

La situación preocupante de la salud mental de los colombianos se está reflejando, entre otras cosas, en el aumento de los índices de suicidio y de intentos del mismo. En el 2022 se reportaron 2.835 casos de personas que se quitaron la vida, 936 de jóvenes, y una cifra impresionante: 37.359, de otras que lo intentaron sin lograrlo. En 2023 ya vamos en 1.540 suicidios. De ellos 479 son de jóvenes, 142 de adolescentes y uno de un niño.

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Son muchos los motivos que pueden llevar al suicidio a una persona joven, pero la enfermedad mental es una de las principales. Y sabemos que esta sociedad la subvalora y que es la cenicienta del sistema de salud. La proporción de siquiatras es ínfima en Colombia: 2,5 siquiatras por cada 100.000 habitantes. Pero además la inequidad es total: una consulta privada oscila entre $ 200.000 y $ 600.000 pesos, y en una entidad pública la atención no pasa de 40 minutos y si acaso se logra dos veces al mes, haciendo imposible un verdadero seguimiento. Ahora bien, la depresión y la ansiedad, dos de las formas más frecuentes de enfermedad mental, obedecen a menudo a las dificultades del entorno. Y es aquí donde quiero detenerme: a examinar lo que puede ser la vida de muchos niños, adolescentes y jóvenes en este país.

La semana pasada, El Espectador publicó un largo informe sobre las dimensiones del acoso escolar o bullying en Colombia, que muestra que Colombia es el segundo país más afectado por ese mal en América Latina, después de República Dominicana. Según la OCDE, mientras en la región el promedio de afectación por acoso escolar es de 22 %, en el país 32 % de los estudiantes reportaron haber sufrido agresiones reiteradas por parte de uno o varios compañeros, y el 12,2 % robos o destrucción de sus pertenencias. Ni qué decir del aumento de casos por ciber acoso, algunos terminados lamentablemente en suicidio.

Por otro lado, una medición hecha en el día internacional de la juventud por Global Opportunity Youth Network (GOYN) y Bogotá Cómo Vamos reveló que el 51 % de los jóvenes se quiere ir de la capital. No creo arriesgado decir que esto mismo debe acaecer en muchas otras ciudades de Colombia. El sueño de muchísimos jóvenes es salir del país hacia lugares como Estados Unidos, Australia, España, donde sueñan con estudiar o conseguir un empleo y, sobre todo, tener seguridad; donde puedan montar en bicicleta o sacar un celular en la calle sin temor al robo o a una puñalada; donde el servicio de transporte no sea un suplicio, no solo por los hacinamientos sino por la amenaza permanente de robo o de abuso sexual; donde se pueda caminar tranquilo de día y de noche por calles y parques; donde no se tema a los abusos policiales o al atraco callejero. Ni qué decir de tantos niños y jóvenes que en muchas regiones del país viven abrumados por la posibilidad de ser reclutados por el crimen organizado o por las organizaciones guerrilleras. Pero también por la violencia intrafamiliar y por la pobreza, porque ya sabemos que en Colombia el 54,2 % de las familias presenta inseguridad alimentaria. La falta de oportunidades de trabajo y de estudio están también en la raíz del sueño de migrar. En Colombia hay 2,7 millones de jóvenes entre 14 y 28 años que ni trabajan ni estudian. Un panorama triste de no futuro.

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