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Una mirada comprensiva

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Piedad Bonnett
28 de enero de 2024 - 02:00 a. m.
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¿Pertenece usted a una familia en la que es mejor no hablar de política? ¿Tiene un padre, un cuñado, un amigo que le ha dejado de hablar porque usted es petrista o, por el contrario, porque es antipetrista? Entonces vea Wajib (distribuida como Invitación de boda en Latinoamérica), la película con guion y dirección de la palestina Annemarie Jacir, que acaba de reestrenarse en Colombia.

Wajib está interpretada por Mohammad y Salek Bakri, padre e hijo en la realidad y también en la historia, que tiene como hilo narrativo la repartición de 300 invitaciones para la boda de Amal –hija y hermana de los protagonistas– una tarea que en la tradición palestina corresponde a los varones de la familia. Wajib se traduce como “deber”, pero en este contexto puede interpretarse como “carga” o “lo que toca hacer”. El hijo es un arquitecto que sufrió persecución política y tuvo que exiliarse en Italia, donde mantiene una relación con una chica palestina hija de un líder de la OLP, Organización para la Liberación de Palestina. Y el padre es un maestro apegado a las tradiciones, al que su mujer abandonó hace un tiempo por un extranjero, dejándolo a cargo de sus hijos. El escenario es Nazaret, una ciudad que nos recuerda a las nuestras, con su tráfico caótico, su pobreza, sus basuras expuestas, su relajamiento frente a las normas, y sus gentes, a veces hostiles, a veces amables.

La película, de estructura simple y sin mayores pretensiones formales, con una cámara que se limita a observar, lo que va mostrando, con humor y delicadeza, es la tensión entre el padre, que hace una serie de concesiones cotidianas en aras de la armonía, y el hijo, más recalcitrante políticamente, y también más crítico y desdeñoso con las tradiciones y las costumbres de su patria chica, que su formación en Europa le ha hecho revaluar. De paso, y en razón de que entramos a muchos hogares a llevar las invitaciones, se nos permite ver a familias muy disímiles, e “ir leyendo” la sociedad palestina a través de ellas. Lo más valioso, a mi modo de ver, es la forma en que la directora logra reflejar a través de una historia privada, intimista, el conflicto entre palestinos e israelíes. “Una mirada comprensiva”, fue la expresión que usó el crítico de El Mundo. Y, sobre todo, cómo muestra que la realidad está hecha de matices, y que la paz –en las familias, entre enemigos– solo se consigue transando, tolerando, sin que eso implique una claudicación de los principios.

Paradójicamente, Wajib, que es una coproducción entre Francia, Alemania, Dinamarca, Noruega y Colombia, representada en Cristina Gallego, fue censurada por la ARD en Alemania, que adujo que la guerra entre Israel y Gaza no hacía conveniente su programación, “ya que podría malinterpretarse debido a su perspectiva narrativa”. Cobardía, que llaman.

Adenda. Es cierto que la imagen de Piedad Córdoba se vio enturbiada por las dudas que se crearon sobre algunos manejos suyos. Pero nadie puede negar que fue una mujer valiente, aguerrida, una liberal de racamandaca capaz de cantarle la tabla a Uribe y a muchos otros, y una defensora de los derechos humanos. Los baldados de odio que le arrojaron en este país racista y violento los soportó con una dignidad admirable. Ni siquiera sus enemigos podrían negar lo importante que fue Piedad en la política colombiana.

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nancy(iz8la)01 de febrero de 2024 - 03:53 p. m.
Gracias Piedad Bonnett y gracias también a Pieda Córdoba, guerrera en un país donde aún predomina el machismo y el racismo, dos cosas, de por sí pesadas para ella y egreguemos algo más, según se dice, "guerrillera, alias Teodora". Es increíble lo que logra la política mal enfocada, lo de un lado todo es bueno, hasta los muertos tienen buen olor y del otro, todo es malo, fétido, oportunista, equivocado... Y retomando la película, que bueno verla, porque en las familias algunos ya no nos hablan.
Carlos(05507)30 de enero de 2024 - 11:57 p. m.
Que buena y oportuna columna. Digna de su talante como escritora , mujer y ser humano
Luis(22892)30 de enero de 2024 - 08:47 p. m.
Gracias, Piedad. Me pareció digno y valiente defender a la otra Piedad. A propósito de la columna, me encantó "Qué hacer con estos pedazos".
Ana(64374)30 de enero de 2024 - 06:16 p. m.
Linda y cierta Adenda. Buena columna.
NAVY(47439)29 de enero de 2024 - 04:19 p. m.
Es hora de dejar de argumentar que a Piedad se ganó el odio de algunos en razon a su color de piel; existen capitulos turbios de su vida que estan en investigacion y por los cuales no alcanzo a ser indiciada. Unirse a la retorica simplista de que a las personas se les juzga para bien o para mal en razon a alguna condicion social, etnica, politica y/o religiosa es caer en el juego de ha promovido la actual presidencia.
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