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Vivir para contarla

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Piedad Bonnett
12 de diciembre de 2021 - 05:10 a. m.
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En los últimos meses hemos asistido asistido a lo que parece ser un boom de memorias y autobiografías: las de Ruddy Hommes, María Emma Mejía, Humberto de la Calle, Gustavo Petro, Mario Hernández, Pedro Gómez Barrero y se rumora que aparecerá una de Salomón Kalmanovitz. Hago la distinción entre memorias y autobiografías porque, según los académicos, memorias son las que se detienen en los hechos externos, y autobiografías, las que ponen el énfasis en el lado privado, íntimo, de la existencia; a menudo, claro, se combinan las dos, para dar una idea más amplia de uno mismo. O se fabulan, como hizo García Márquez en Vivir para contarla.

¿Cuándo escribir unas memorias? Contesta un viejo chiste que cuando todavía se tenga memoria. Cierto, porque si se deja pasar mucho tiempo se puede estar ya senil, confundir los hechos y hasta hacer el ridículo o convertirse en un ser patético. Es frecuente que personajes que han tenido vidas públicas y quieren perdurar en la memoria escriban su autobiografía. Pero por supuesto que cualquier desconocido está en derecho de hacerlo: un abuelo que quiere dejar constancia a sus nietos, un aventurero que quiere mostrar su lado heroico y hasta un criminal que quiera hacer alarde de su poder y astucia. De hecho, hay cientos de historias irrelevantes o de automitificaciones de quienes simplemente pagan su publicación, lo cual puede interpretarse como que la letra escrita sigue teniendo prestigio o, por el contrario, que está tan desprestigiada que cualquiera acude a ella. Como siempre, lo importante es el cómo. Con qué sensibilidad, talento, hondura, complejidad, gracia se ha escrito. Cuando la persona misma lo ha hecho, claro. Porque también existen los ghostwriters que escriben a destajo por retribución económica.

Es más difícil, creo, escribir una autobiografía que unas memorias, porque estas no exigen la inmersión en uno mismo que sí pide la primera. La autobiografía nos conmina a recrear la imagen personal a punta de retazos de memoria —y esta siempre es infiel— y a buscar el sentido de nuestra vida uniendo hechos que en su momento no parecían tenerlo. Por eso en la autobiografía la verdad y el rigor lógico no son tan importantes como la interpretación distanciada de nuestras vivencias, la valentía y la benevolencia —tal vez el humor— con que nos juzgamos. Porque, como escribe Georges Gusdorf, “la autobiografía es un ejercicio de imaginación de uno mismo”.

No los he leído todos, pero los títulos de algunos de estos libros pueden orientarnos: Memorias, a secas, es el título de Pedro Gómez, frío y señorial como su imagen en la portada; El camino que abrimos, el de María Emma, con cierta intención apologética y promesa de recuento de luchas; Así lo recuerdo, el de Ruddy Hommes, anuncia lo que es: un libro íntimo, honesto, desparpajado y gracioso; Memorias dispersas, se llama el de Humberto de la Calle, como anunciando la imposibilidad de abarcar el todo, él, que alguna vez fue nadaísta; Una vida, muchas vidas, se titula el de Petro, que en efecto es muchos, indescifrable en cualquier vida (por cierto, esta vez la coma estuvo bien puesta, Gustavo); y Pulga arrecha es el nombre con el que tituló Mario Hernández sus memorias. Los epítetos para este título se los dejo a ustedes.

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PEDRO(90741)13 de diciembre de 2021 - 09:52 p. m.
Cuenta regresiva: faltan 237 días para que termine este deshonesto gobierno. Lea y entienda muy bien las hojas de vida de los candidatos a las diferentes corporaciones.
Jorge(53826)12 de diciembre de 2021 - 10:52 p. m.
Habla del criminal AUV...
María(60274)12 de diciembre de 2021 - 10:11 p. m.
No sé, pero a mí me parece que los que las escriben son esas personas que se creen maravillosas o que las convencen de que sería un buen negocio. Las no autorizadas, esas son las mejores, son las más auténticas.
Alberto(3788)12 de diciembre de 2021 - 09:36 p. m.
Muy interesante. Qué mano de egos. No gastaré un céntimo en ninguna de las expuestas. ¿Y será la del señor Hommes tan "honesta" como para exponer que gracias a su arrasadora política neoliberal, se quedaron sin empleo, sin empresas, sin sustento, sin alimentos y sin norte Millones de colombianos?
  • Alberto(3788)12 de diciembre de 2021 - 10:15 p. m.
    Acabó con la agricultura en muchas regiones, hoy se importa trigo, cebada, cereales y muchos otros productos en los que éramos autosuficientes a precios escandalosos, mató la industria de la confección, con el Idema y así, más y más, y hoy esos mismos se quejan de la "inflación importada".
jose(33220)12 de diciembre de 2021 - 07:46 p. m.
y entonces lo de la esposa del duque como se llamaría : como tumbar al archivo nacional ? una viveza más ? o cuando el pueblo me pilló ?
  • María(60274)12 de diciembre de 2021 - 10:03 p. m.
    Dos pendejos juntos.
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