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El engañoso uso de los promedios: clima, empleo, educación

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Rafael Orduz
03 de agosto de 2021 - 02:59 a. m.
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Es muy fácil caer en la trampa de resumir una situación que involucra mediciones numéricas apelando a los promedios. Realidades que son complejas suelen ser ilustradas mediante unos pocos datos que nos dan la aparente satisfacción de comprender una problemática determinada. El problema de la simplificación radica en no tener en cuenta características importantes de la realidad.

Ocurre con temas tan relevantes y variados como el cambio climático, los salarios en el sector de software en Colombia, problemáticas de la educación en Colombia, entre muchos.

El Acuerdo de París, compromiso internacional para combatir el cambio climático, tiene el objetivo de largo plazo de “limitar el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los 2 grados centígrados, al tiempo que prosiguen los esfuerzos para limitarlo a 1.5 grados” (UNFCCC). No existe en la realidad la “temperatura mundial”; se trata de un promedio que permite expresar de forma simple la problemática. Se acepta que, en general, la temperatura ha aumentado entre 1.1.° y 1.3°; sin embargo, hay lugares en los que ha crecido en mayor proporción. En un escenario de crecimiento de 3°, los modelos predicen que la temperatura en Rusia, India y China podría crecer hasta en 5°. La curva en forma de campana en la que el promedio se ubica en la parte media, cuenta, pues, con extremos que, al menos en lo correspondiente a las regiones más afectadas por mayores temperaturas, plantean una situación mucho más alarmante que la sugerida por los promedios. Fenómenos asociados al cambio climático nos asaltan con más frecuencia. Los avanzados centros meteorológicos de Alemania, Bélgica y Suiza no estuvieron en capacidad de predecir las impresionantes inundaciones en varias regiones el pasado 20 de julio (The Economist, 24.7.21)…

Hace dos semanas, en esta columna, hice alusión al tema de los salarios asociados a la industria del software en Colombia. Hay acuerdo en el diagnóstico: existe una demanda superior a la oferta de recursos humanos en el ramo, lo que en la práctica lleva a la dificultad de enganchar con rapidez personas competentes y a que haya presión en la remuneración. (MacKinsey, en Talent Gap, se refiere a un déficit de profesionales del ramo de 112.000 para el 2024; la Sociedad Colombiana de Ingenieros habla de un faltante actual de 80 mil ingenieros informáticos; MinTic, a su vez, de cómo decenas de miles de ofertas laborales no pueden ser satisfechas por ausencia recursos humanos… ). No obstante, por las fuentes consultadas para el mencionado artículo (Talent.com, Computrabajo) parecía que, pese a la escasez, los salarios medios fuesen relativamente bajos. ¡Error del suscrito no haber revisado más fuentes! Diversos empresarios mostraron su desacuerdo con el escrito: los salarios en los casos de sus empresas eran notablemente superiores a los citados; en el caso de los desarrolladores, al menos en el doble. Las empresas del sector, incluyendo multinacionales, así como grandes, medianas y pequeñas empresas nacionales, ocupan profesionales y técnicos cuya remuneración no puede resumirse con promedios.

Finalmente, en el ámbito de la educación, hay ejemplos de sobra de los riesgos de la simplificación. Nadie puede hablar, por ejemplo, de promedios en los precios de las matrículas en las universidades privadas, que varían entre $ 26 millones y 3 $ millones el semestre. Ni, tampoco, de obligada correlación entre nivel de calidad y precios de matrícula. La U. de Ibagué, excelente centro de educación superior, figura entre las de menor costo por semestre. Tampoco, cuando se habla de educación básica primaria, media y superior, es adecuado el etiquetamiento de la educación pública (81% de la matrícula) como de calidad deficiente y, lo contrario, cuando se habla de la de carácter privado. Igualmente, cuando se trata de la formación de los docentes.

Sí se puede hablar, sin temor a equivocación, de ausencia de conectividad, casi total, en zonas rurales en donde las escuelas son públicas y de cómo los efectos de la pandemia sobre la calidad afectan a los más vulnerables.

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Alberto(3788)04 de agosto de 2021 - 12:17 a. m.
Muy buena, muy interesante.
luis(89686)03 de agosto de 2021 - 03:55 p. m.
Si uno se come un pollo y el otro no come, estadísticamente cada uno comió medio pollo, conclusión el hambre no existe.
jaime(02184)03 de agosto de 2021 - 02:31 p. m.
Para entender más el poder y las limitaciones de la estadística , sin los excesos de los extremos sería bueno recordar un "clásico" medio olvidado , COMO MENTIR CON ESTADISTICAS de Darrell Huff ( 1954). Fácil de leer pero muy ilustrativo de como abordar estos temas y evitar el "descreste"
  • jairo(7137)04 de agosto de 2021 - 03:15 a. m.
    Mone, gracias por la recordación del libro
Jaime(13462)03 de agosto de 2021 - 01:53 p. m.
Hablar de promedios es la mejor forma de mentir con estadísticas cuando la varianza al rededor del promedio es grande. En Colombia, uno de los países más desiguales del mundo, el ingreso per cápita no significa nada. Cómo hacemos para que la gente entienda esto? Para que los periodistas no caigan en esa trampa?
  • Felipe(94028)03 de agosto de 2021 - 02:30 p. m.
    Si el PIB per cápita en Colombia es de 6.000 dólares y el promedio del resto de países OCDE es de 30.000, se puede ver fácilmente que ni creciendo al 10% durante 20 años (no lo ha hecho ni China) llegaríamos a ese nivel. Por tanto, el dato es ilustrativo. Si además analizamos y ponderamos la inequidad salvaje, corrupción, violencia, narcotráfico e ineficiencia estatal, veremos que esto no tiene arreglo
Hernando(84817)03 de agosto de 2021 - 01:51 p. m.
Muy buen análisis. Muchas veces las estadísticas se utilizan mal y crean confusión en quienes no tienen la formación y la información para analizar la validez y la confiabilidad de las cifras. Muchas gracias por su columna.
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