El teniente coronel de la Policía Nacional Jorge Ferney Bayona, hasta hace pocos días director de la Escuela Simón Bolívar de Tuluá, no está solo en su ignorancia (¿o desparpajo?) sobre el uso y significado de los símbolos nazis.
Comparte el palco, por ejemplo, con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, que por allá en el 2010, de visita en Alemania, escribió en el libro de visitantes de la sede del presidente de Alemania, en ese entonces, Christian Wulf, el encabezado de la primera estrofa del viejo himno alemán, exaltado por el nazismo: “Alemania, Alemania, por encima de todo”. Un verso que iba atado a la pretensión de superioridad racial promovida por el nazismo entre el 33 y el 45. Originalmente, en el siglo XIX, dicha estrofa no resultaba problemática, ya que evocaba la necesidad de la unidad alemana en un contexto diferente. El himno, con música de Haydn, se canta en la actualidad entonando la tercera estrofa, que inicia con “Unidad, Justicia, Libertad…”.
El embarradón de Piñera, a diferencia del de Bayona, no le costó el puesto, aunque sí el descrédito por ignorante e impertinente.
Hay otro rasgo común. Ambos personajes, Bayona y Piñera, son doctorados. El teniente coronel, en estudios políticos en la Universidad Externado de Colombia (según El Espectador), amén de haber recibido múltiples reconocimientos (incluido uno de la ONU) y cursado diplomados dentro y fuera del país. El aún presidente de Chile ostenta, por su lado, un Ph.D. de Harvard. Muestra de lo poco tiene que ver la formación académica con las afinidades ideológicas. Goebbels, el ministro de propaganda del Tercer Reich, era doctor en filología germánica de la U. de Heidelberg y fue uno de los principales promotores de “la solución final”, la mayor operación de exterminio de seres humanos en la historia de la humanidad.
Ni el teniente coronel ni Piñera están solos. El antisemitismo se disparó en épocas de Trump. Profanación de cementerios y asesinatos en sinagogas estuvieron a la orden del día entre 2016 y 2020. En Europa, actos similares han aumentado en varios países, de los que Francia resalta, aunque en Grecia y en naciones de la antigua cortina de hierro como Polonia, Hungría, Eslovaquia y Rumania resurgen con fuerza los prejuicios antisemitas. En Alemania, después de semejante experiencia de persecución y exterminio durante la época del nazismo en el poder, están ocurriendo hechos preocupantes de vandalismo. Sectores políticos de extrema derecha están dispuestos a revisar el tema del Holocausto (no es como lo pintan, dicen) y, de paso, enlazar el tema con las consignas xenofóbicas.
Por estos lados el asunto es algo diferente. Más que por su antisemitismo, la figura de Adolfo Hitler encanta en ciertos sectores por la evocación de la mano firme, su autoritarismo y, desde luego, el anticomunismo visceral, un concepto de gama amplia en quienes lo esgrimen en estas latitudes. Algunos ilustres han aplicado algunas prácticas queridas por los nazis, como la quema de libros.
La licencia que se dio el teniente coronel evocando la policía en tiempos de Hitler en un evento en que la nación invitada era, precisamente, Alemania, no dista mucho del aire de legitimidad que rodea la organización de eventos de parte de movimientos neonazis en el país. Celebran el cumpleaños de Adolfo Hitler, y por la vía del antisemitismo extienden su bronca a los migrantes venezolanos. Algunos de los grupos alardean de la raza de sus criollos miembros, la aria.
Distintos comandos integrados por organizaciones neonazis han agredido a miembros de la comunidad LGTBI, así como de organizaciones de izquierda, una muestra más de la incapacidad de la política colombiana de canalizar, de manera pacífica, varios tipos de descontento en personas que, finalmente, se radicalizan y terminan promoviendo la exclusión del otro.
Finalmente, el teniente coronel no está solo en su ignorancia, que no le permitió prever que el evento de marras no sería del agrado de las delegaciones diplomáticas de Alemania e Israel. Como se recuerda, su jefe declaró enemiga a Irán, nación con la que Colombia mantiene relaciones diplomáticas.