¿Hitler comiendo longaniza?

Rafael Orduz
31 de octubre de 2017 - 02:30 a. m.

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No suena ilógico, en principio, que el supuesto señor Adolf Schrittelmayer cambiara los bombazos y la angustia del asedio soviético sobre su búnker y de la derrota total de Alemania por la paz tunjana. Tunja, Boyacá, lugar tan distante del mar y Alemania como el Tibet.

Aunque el cuento ya es viejo, uno de los archivos desclasificados por el gobierno Trump alrededor del asesinato de Kennedy ratifica que Hitler habría ingresado a Boyacá y permanecido un tiempo antes de instalarse, hasta su muerte en el 71, en Paraguay o Argentina.

El archivo, hasta hace poco ultrasecreto, remitido por el jefe la CIA en Caracas en 1955, David Brixnor, afirmaba que Hitler, entonces, estaba aún vivo. Incluye una foto del 54 en la que aparecen un ex-SS y el supremo nazi en “Tunga”, Boyacá, con el bigote idéntico.

¿Habrá entrado por Venezuela? Si fue así, ¿emuló al Libertador viniéndose de los llanos y remontando la cordillera? ¿Llegaría por el Cocuy o Güicán? Si el viaje ocurrió en el 45 o el 46 por esa zona, no hubiera corrido riesgos políticos, ya que la cantera de futuros chulavitas provenía justamente de municipios cercanos como Boavita (en el que, precisamente, está la vereda Chulavita), en los que sus líderes consideraban comunistas a los liberales.

En un país que en 1945 tenía diez millones de habitantes, Bogotá, no más de 420.000 y Tunja, 25.000, las migraciones eran casi inexistentes. Según el Anuario General de Estadística de 1945, editado por la Contraloría General, entre 1939 y 1945 ingresaron por los puertos colombianos, especialmente Barranquilla, 8.527 extranjeros y, dentro de ellos, los alemanes sumaban 12 en total. Así que si el perpetrador del Holocausto y su novia Eva Braun, así fuera con papeles falsos, hubieran entrado legalmente por la costa Atlántica, representararían, ni mas ni menos, la sexta parte de la masa de inmigrantes de procedencia alemana en esos años.

Claro que Hitler debía sentir rabia con Colombia. Después de Pearl Harbor, en diciembre del 41, el presidente Santos había roto relaciones con Alemania y los países del eje; dos años después, en noviembre del 43, el Gobierno Nacional declaró el Estado de beligerancia, después del hundimiento de tres barcos colombianos cerca de San Andrés. Aún así, según el archivo desclasificado, Hitler habría preferido venirse a Colombia en vez de ir directo a la Argentina, donde Perón promovió el traslado masivo de criminales de guerra alemanes.

Se podría pensar que otros aspectos, como la culinaria boyacense, podrían haber atraído al principal criminal de guerra de la historia. La longaniza de Sutamarchán, o los platos de Runta en Tunja, particularmente los jueves, ricos en carne y grasa de marrano, podrían haber llamado la atención de su paladar. Sin embargo, el Führer era un vegetariano disciplinado.

Así las cosas, es probable que, efectivamente, se hubiera suicidado en su búnker el 30 de abril del 45, pues el ejército rojo le respiraba ya en la nuca y Hitler era un hombre de soluciones totales.

 

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