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Minería y despreocupación

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Rafael Orduz
12 de octubre de 2010 - 02:55 a. m.
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LA MINERÍA, DESDE HACE RATO, viene ganando el rango de locomotora. La previsible bonanza en las exportaciones e inversión extranjera genera euforia en los defensores del modelo.

La preocupación básica, parece, es la de cómo neutralizar los efectos de la “enfermedad holandesa”. Poco se discute acerca de la calidad de la educación, el impacto ambiental de la minería, las inversiones en ciencia y tecnología, la calidad y cantidad del empleo, claves estratégicas de la competitividad y el nivel de vida.

Los títulos mineros por diversas modalidades pasaron de 2.711 en 2004 a 7.343 en 2008. El área contratada en hectáreas casi se cuadruplicó en el mismo período (4,5 millones de hectáreas en 2008;  Anuario Estadístico Minero Colombiano 2009). El 43% del total de la inversión extranjera en 2009 se dirigió a la minería (Andi, Corferias 2010) y el 20% de las exportaciones proviene de allí. Carbón, ferroníquel, esmeraldas, oro, materiales de construcción son los líderes y Antioquia, Chocó, Santander y Cesar los campeones en áreas de concesión, aunque todo el país está involucrado.

En cuanto a hidrocarburos, en la “Open Round 2010” fueron ofrecidas 47,8 millones de hectáreas y adjudicadas 9,3 millones (incluyendo áreas marítimas). (Causa curiosidad que en los mapas de información no aparezcan las reservas forestales, parques nacionales, resguardos indígenas y áreas colectivas afrocolombianas).

Desde comienzos de la década, el Banco Mundial (BM) ha dado nuevo aliento a los países con recursos naturales en no dar la espalda a las ventajas comparativas que éstos representan. La fórmula incluye la inversión en capital humano, conocimiento, mejores instituciones y apertura al comercio y a la inversión extranjera. El BM usa el ejemplo de las experiencias mineras en países como Estados Unidos, Canadá y Australia, argumentando que fueron motor de desarrollo.

Las tesis del BM han sido discutidas, entre otros por el profesor Thomas Michael Power (¿Excavando hacia el desarrollo?, U. Montana), quien en los tres casos desliga la etapa de uso de los recursos naturales dentro de esquemas de colonización de fronteras, de los exitosos procesos de industrialización y generación de capital humano, que poco deben a la minería. La narrativa de la minería se asocia,  con frecuencia, a los pueblos fantasma y la degradación ambiental.

A medida que se afianza la locomotora de la minería en Colombia lo hacen también la iniquidad en la distribución del ingreso, el desempleo, la baja calidad de la educación (que muestran los resultados de las pruebas Saber y las pruebas internacionales), los ínfimos niveles de innovación. El cuadro es consistente: es la tipología de un país en el que más del 50% de las exportaciones proviene de hidrocarburos, productos mineros y otros productos básicos, sin incluir estupefacientes, despreocupado en invertir en la calidad de su educación porque las loterías mineras (y otras) inducen a aplazar las inversiones estratégicas. Y al despilfarro en rubros como las regalías.

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