En la era de la tecnología y la conectividad, las redes sociales se han convertido en el escenario clave para la expresión de ideas y opiniones políticas. Sin embargo, es alarmante el nivel de agresividad y polarización que se ha propagado en estos espacios virtuales. En Colombia, no somos ajenos a este fenómeno, donde las diferencias políticas se han transformado en una batalla digital marcada por el aniquilamiento moral del adversario. Una de las diferencias con otras latitudes radica en la alta tasa de homicidios, ese contrapunto violento a las diferencias de opinión susceptible de aumentar de forma cíclica en Colombia alentado por el lenguaje de odio.
El nivel de agresión en las redes sociales va en alza de manera alarmante. Para la muestra los ataques a Francia Márquez y las agresiones a los exministros López, Gaviria y, en días recientes, Ocampo, provenientes de tribunas distintas. Las embestidas recíprocas entre congresistas y líderes políticos de toldas opuestas aumentan y también campean las del “fuego amigo”. Periodistas de cualquier lado del espectro no salen ilesos, sean liberales, de derecha o izquierda.
La intensa difusión la realizan bodegas conformadas por individuos de carne y hueso y legiones de “bots” políticos programados para diseminar propaganda, desinformación o para manipular la percepción de eventos políticos. Pueden ser utilizados para difundir noticias falsas o generar división y polarización en línea. Son útiles para amplificar ciertas narrativas o tendencias. Generar seguidores falsos, retweets y “me gusta” en publicaciones específicas, con el objetivo de influir en la opinión pública o en las tendencias en línea. Los hay “oficialistas” y también de algunos sectores de la oposición.
Más allá de los enormes líos de diseño del plan para la “Paz Total”, de la gran torpeza del comisionado Rueda, nunca será un mal propósito el acallamiento de fusiles de toda suerte de grupos que agobian territorios abandonados por el Estado. Las expresiones de verdad, reconciliación y justicia resuenan como elementos indispensables para el logro de la paz.
¿No pasa, sin embargo, la paz por el respeto mutuo en las redes sociales? ¿De qué tipo de reconciliación hablamos cuando connotados líderes del gobierno y de oposición incendian con el lenguaje?
Es hora de reflexionar y promover un cambio hacia el respeto y la tolerancia en nuestras interacciones en línea, reconociendo que la paz y la reconciliación en Colombia no solo se relacionan con el acallamiento de los fusiles de los grupos armados, sino también con la manera en que nos tratamos en las redes sociales. ¿De qué sirve la desmovilización del Clan del Golfo o del ELN si los líderes públicos se tratan entre sí como criminales y asesinos?
Suena a cliché: es crucial comprender que la diversidad de opiniones es fundamental para una sociedad democrática y pluralista. El respeto hacia las opiniones diferentes debe ser un pilar central en nuestras interacciones en línea. El anonimato y la distancia física en las redes sociales no deben ser excusas para abandonar los principios básicos de cortesía y empatía.
El respeto mutuo, la escucha activa y la búsqueda de puntos de encuentro son fundamentales para la construcción de una sociedad en paz. Si perpetuamos la agresividad y la polarización en línea, estamos alejándonos de ese anhelo de reconciliación que tanto necesita nuestro país.
Es momento de fomentar la responsabilidad en el uso de las redes sociales. Esto implica pensar antes de publicar, verificar la información antes de compartirla y abstenerse de participar en discursos de odio o ataques personales. Debemos recordar que detrás de cada perfil hay una persona con emociones y derechos fundamentales que merecen ser respetados.
Es esencial educar a la población sobre la alfabetización digital y el pensamiento crítico. La capacidad de evaluar la información de manera objetiva y de considerar diferentes perspectivas es fundamental para evitar caer en trampas de polarización y desinformación.
Un sueño: líderes que, del lado del gobierno y de la oposición, se atrevan a enarbolar el respeto como premisa básica de cualquier interacción en las redes sociales y que repudien, de manera pública, las prácticas intolerantes.