Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El trabajo en el mundo pos-Covid contendrá elementos propios de la época de la pandemia. Habrá trabajo híbrido (mezcla de presencial y virtual) para los que se desarrollan hoy en casa; las revoluciones en el comercio electrónico y las entregas a domicilio se mantendrán y en la industria manufacturera habrá notables inversiones en robotización. Los restaurantes conservarán prácticas adquiridas como las del uso del código QR para la consulta de los menús y las instituciones educativas, para poder operar de manera segura en forma presencial, tendrán que observar rigurosos protocolos de bioseguridad.
En el caso de Colombia, con las conocidas tasas de desempleo (mayores para los jóvenes) y la alta informalidad, gobierno, empresarios y academia deben comprometerse con políticas que generen empleo seguro en todo el sentido de la palabra.
Las transformaciones en el mercado laboral están a la vista. La introducción de nuevas tecnologías, variaciones en los patrones de consumo y, por supuesto, la pandemia, aceleran el ritmo de los cambios previstos por entidades como el Foro Económico Mundial y la OCDE. La economía del cuidado, los trabajos verdes, la producción de contenidos, el mercadeo digital, las ingenierías computacionales, entre otros, serán los sectores que lideren los cambios profundos en el mundo del trabajo. Nuevas ocupaciones y nuevas competencias requieren, según el FEM, del reentrenamiento de 1.000 millones de empleados a escala mundial de aquí al 2030.
Cambian los modelos de negocios, ya que las formas de crear valor, entregarlo, monetizarlo y defenderlo se trastornan con la digitalización y con otras tecnologías como la inteligencia artificial y la automatización. Tendrán que cambiar también los modelos educativos. En Colombia, las universidades, por ejemplo, no deberían seguir graduando profesionales o técnicos que se estrellan con un mercado laboral que no los emplea o les paga poco. Surgen nuevas dimensiones como la obligatoria de “aprender durante toda una vida” y las competencias más apetecidas en el mercado, el local y el internacional, serán la iniciativa, la capacidad de aprender, el liderazgo, la capacidad del trabajo en equipo, la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico.
El Covid no ha hecho más que acelerar la velocidad de los cambios. Los próximos años serán críticos en el proceso de adaptación hacia las nuevas realidades laborales. Un estudio reciente de McKinsey (The Future of Work after COVID-19, 2021) da por sentado que, además de las transformaciones profundas previstas antes de la pandemia, el Covid ha dejado su impronta y que empresarios y gobierno deben considerar nuevas maneras de organizar el trabajo en los años próximos.
Una dimensión determinante es la proximidad física como variable que define y configura una serie de escenarios laborales. Hemos estado acostumbrados a dividir el empleo por sectores como si fuesen homogéneos (de la salud, o la construcción, por ejemplo); McKinsey adopta un agrupamiento de ocupaciones en función del grado de cercanía física, las interacciones humanas directas y el entorno de trabajo. Así, en el sector de la salud existen ocupaciones caracterizadas por altos grados de proximidad física (médicos, enfermeros) en tanto que otras, ligadas a trabajos que se pueden desarrollar con computadores de forma remota (contabilidad, agendamiento de citas, entrega de diagnósticos…), seguirán un modelo híbrido.
La cercanía física depende de qué tan cerca de otras personas debe un empleado desempeñar sus tareas. Hay gran diferencia, por ejemplo, entre una peluquera y un jardinero en el grado de proximidad. La frecuencia de interacciones depende de la naturaleza del trabajo: un docente, por definición, debe reunirse con sus estudiantes y, eventualmente, con sus colegas, en tanto que la frecuencia de encuentro entre un sastre y sus clientes es menor.
La exposición a personas desconocidas es alta para ocupaciones como las de los meseros en los restaurantes y hoteles, azafatas en vuelos. Es baja para el personal en laboratorios de bioquímica.
El trabajo en espacios cerrados, por definición, hace más vulnerables a los empleados frente a los virus. Hay también espacios cerrados en los que la ocupación depende de equipo especial, como es el caso de los odontólogos.
En fin: el retorno seguro al trabajo dependerá de cómo se emprendan cambios con visión de largo plazo en los modelos educativos y de cómo se diseñan verdaderos protocolos de bioseguridad en función del grado de proximidad física.
