Un primer significado de la exoneración a Trump consiste en que se sienta un precedente grave: un presidente puede incitar a la toma del Congreso, salir casi ileso y postularse de nuevo.
El resultado estaba cantado hace rato. El requisito de las dos terceras partes de los votos del Senado no se iba a cumplir. Aún así, sin que haya precedentes en procesos de “impeachment”, en los Estados Unidos, siete senadores republicanos se unieron a la bancada demócrata condenando a Trump, con Mitt Romney a la cabeza. El saldo: 57 a favor, 43 en contra. Hay fractura a la vista del Partido Republicano.
El cargo, ni más ni menos, fue el de incitar a la toma del Capitolio, sede del legislativo, cuya gravedad, de sobra, conocemos. Un presidente incitando al asalto del poder legislativo. Murieron varias personas, incluidos policías. La vida de los congresistas de ambos partidos estruvo en peligro; el vicepresidente tuvo que ser evacuado de urgencia mientras los invasores pedían la horca para él, alentados en tiempo real por Trump que lo desacreditaba por haberse negado a su idea de no reconocer el triunfo de Biden en la sesión de certificación del 6 de enero.
Aunque ya se conocía abundante material audiovisual, el breve juicio sirvió para mostrar nuevos videos y documentos acerca de lo ocurrido en unas pocas horas en la tarde del 6 de enero del 2021. Más allá de las incitaciones conocidas, tanto de parte de Trump como de sus áulicos tipo Giulani, que no dejan ninguna duda acerca de quién fue el incitador en jefe, de su hija Ivanka (que se dirigió la horda como “Patriotas Americanos”), los días del juicio sirvieron para que la opinión pública y mundial no tuvieran duda de la barbarie de lo ocurrido, más parecido a intentonas de golpe en la Guatemala o Bolivia en los años 50.
El saldo de estos borrascosos tres meses y medio desde las elecciones es muy preocupante.
Por un lado, pese a la campaña infame de Trump, de todos sus intentos por desconocer e invalidar los resultados (el solo intento en Georgia bastaba, por sí, para iniciar un proceso destitución al solicitar “unos votos” que le hacían falta), de sus fracasadas denuncias y apelaciones, incluida la Corte Suprema, el triunfo de Biden se ha consolidado. Incluso, los abogados defensores del ex - presidente en el juicio que terminó el sábado pasado, lo han reconocido. Biden al timón tiene muchos significados que favorecen el sistema democrático: respeto por la diversidad, acciones frente al cambio climático, estrategia frente a la pandemia, nuevas formas de relacionamiento internacional. Para Colombia, sin duda, aire fresco hacia la consolidación de la paz y clara condena a los asesinatos de líderes sociales.
La exoneración de Trump, sin embargo, es sólo el reflejo de una poderosa sombra que se extenderá por mucho tiempo, con amplias posibilidades de incidencia en la vida de los norteamericanos y el mundo. Para comenzar, 75 millones votaron por él. Es probable que tenga alta influencia en las nominaciones para las siguientes elecciones de Cámara y Senado, una de las razones por las que pocos congresistas republicanos apoyaron la condena.
Es un fenómeno complejo. En el país con las mejores universidades del mundo, hay millones de ciudadanos, con y sin estudios superiores, que acolitan las teorías de conspiración de QAnon que atribuyen, entre muchas cosas, participación en redes de pedofilia a líderes demócratas. Apenas una de las perlas consistía en que Anderson Cooper, periodista de CNN, bebía sangre de niños.
El matrimonio entre numerosas iglesias evangélicas y las propuestas de extrema derecha y toda suerte de consignas racistas y xenófobas está sobre el tapete.
El temas sin resolver de decenas de millones de trabajadores blancos, de amplios cinturones industriales, exitosos hasta los años 80 del siglo pasado, desplazados por la globalización y la automatización, sigue sin respuesta.
Trump queda habilitado para presentarse en 2024. Ya anunció el renacimiento de su MAGA (“Haz grande a América de nuevo”)