
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El gobierno actual no es el primero de izquierda en Colombia. Ha habido otros, con relación a cómo se definían los extremos del abanico político en cada época. Pero sí puede ser el más extremo y confuso. Le corresponde a la izquierda reflexionar sobre cómo pasó esto, para que no vuelva a suceder.
Es una simplificación útil pensar que a la derecha le interesa el crecimiento económico para aliviar la pobreza, y a la izquierda le interesa la adopción de políticas que ayuden a crear una sociedad más igualitaria.
En realidad, ambas cosas son importantes y la izquierda debería ser clara en reconocer que el crecimiento es fundamental en un país de ingreso medio bajo. La redistribución no es fácil ni podría eliminar la pobreza. Colombia debe hacer lo posible por sostener su tasa histórica de crecimiento del ingreso per cápita de 2,5 % anual en el largo plazo y, si posible, elevarla. Las elucubraciones sobre el decrecimiento pueden ser interesantes para países desarrollados, o en tertulias de filósofos, pero no son sensatas en boca del gobierno de un país pobre.
Lo segundo que debería reconocer la izquierda es que las políticas responsables para crear una sociedad más igualitaria toman tiempo en rendir sus frutos. La más importante de ellas, la formación de un capital humano más sólido, toma generaciones. Y no empieza con crear a las patadas de 500 mil cupos universitarios.
Lo tercero que debe reconocer es que las políticas para promover la igualdad tendrán enemigos en el electorado de izquierda. Siempre hay pugnas por el gasto público (pensiones, subsidios a la educación superior, prebendas sindicales) que hacen difícil dirigir el gasto público hacia los más pobres. Un gobierno serio de izquierda tendría que hacer mucho trabajo para que más recursos públicos, siempre escasos, lleguen a donde más se necesitan, y ese trabajo lo enfrentará a veces con sus propios partidarios.
En cuarto lugar, la izquierda debe abandonar la percepción de que los técnicos que presentan reparos a sus propuestas reflejan prejuicios políticos. ¡Qué diferencia entre los primeros días del gobierno, cuando se pregonaba la bienvenida a los colombianos con doctorado a la administración, y el presente, cuando se trata con desprecio a los expertos!
Por último, la izquierda debe reconocer que la ciudadanía tiene el derecho de vivir en paz y con seguridad. La ambigüedad sobre la responsabilidad del Estado en garantizar un ambiente de baja criminalidad no le conviene a nadie. La izquierda debe dejar de coquetear con la idea de que los colombianos solo tienen el derecho de vivir en paz si se adoptan sus políticas económicas o se aprueban sus reformas sociales favoritas.
Dados los resultados tan pobres del gobierno actual, es buen momento para la reflexión. Mientras tanto, por fin hay un acuerdo nacional. Gobierno y oposición parecen coincidir en el anhelo de que se acabe esta administración y lleguen pronto las elecciones de 2026.
