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El costo de la mediocridad

Rafael Rivas

24 de junio de 2025 - 12:05 a. m.

La mala gestión de este Gobierno le va a pasar factura al próximo, que tendrá que dedicarse a deshacer los efectos de cuatro años de incompetencia displicente. En el terreno económico, tendrá que tratar de evitar una grave crisis fiscal y en todos los campos tendrá que reestablecer la confianza en las instituciones y reglas de juego razonables. Los costos del mal gobierno los pagaremos todos, durante mucho tiempo.

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En medio de la desastrosa gestión, la prensa ha estado destacando un desempeño menos mediocre de la economía. Vale la pena hacer unas precisiones sobre el tema. La tasa de crecimiento de la economía colombiana en 2023 y 2024 fue 0,6 % y 1,7 %, y la tasa estimada de crecimiento para 2025 es 2,5 %. La tasa histórica de crecimiento del PIB per cápita colombiano ha sido alrededor de 2,3 %. Como la población está creciendo un poco menos de 0,6 % por año, se puede suponer que la fuerza laboral debería estar creciendo a una tasa parecida. Por lo tanto, la economía debería haber crecido alrededor de 3 % en cada uno de estos años. En conclusión, la economía es hoy alrededor de 4,3 % más pequeña de lo hubiera sido en un gobierno que hubiera mantenido los crecimientos históricos.

¿Es esto importante? El PIB colombiano es de unos US$ 428 mil millones. 4,3 % de esta cifra representa US$ 18,7 miles de millones, es decir, unos $78 billones de pesos. Si la tasa efectiva de tributación fuera 20 %, el gobierno estaría recibiendo menos ingresos por $16 billones al año, una reforma tributaria. El resto son menores ingresos en manos de los ciudadanos. A menos de que en el futuro la economía compense este menor crecimiento reciente, estos efectos anuales serían permanentes.

Puede ser que no todo el pobre desempeño económico sea culpa del Gobierno. Gran parte sí lo es. No ha ayudado que el presidente se haya dedicado a llamar esclavistas, asesinos y fascistas a los empresarios, ni a sugerir que el capitalismo nos está conduciendo a la extinción.

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Las ideas confusas del presidente alrededor de la necesidad de aumentar el ingreso necesariamente han permeado las políticas del Gobierno. ¿Cuáles son estas ideas? En sus propias palabras: “Si uno analiza corrientes políticas actuales que aún no han aterrizado en Colombia, ellas hablan de que en los países de gran capital llegó el momento de decrecer. Para mí, llegó la hora de empezar a producir solo cosas necesarias”.

La retórica del presidente ha estado acompañada de una desidia administrativa que no tiene precedentes en Colombia. Si hubiera que buscar un rayo de luz de medio de un panorama tan desolador, habría que concluir que la falta de capacidad de gestión y la preferencia por la camorra permanente sobre el trabajo legislativo han evitado que gran parte de las malas ideas del Gobierno se hayan convertido en normas, pero la falta de gobierno en un país con tantos problemas tiene costos evidentes y enormes.

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