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Notas de buhardilla

A cambiar el cambio

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Ramiro Bejarano Guzmán
24 de agosto de 2025 - 05:06 a. m.
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Desconfío de la propuesta de unir en un solo movimiento a todos los precandidatos de oposición para enfrentar al petrismo en las próximas elecciones, porque es un regreso simulado al bipartidismo excluyente como en el nefasto Frente Nacional. Me sumo a las muchas voces independientes que jamás votaríamos por una coalición revanchista liderada por un uribista o un fascista. No puede ser que, de 75 y más precandidatos presidenciales, pasemos a dos partidos: el de un Gobierno desprestigiado, y una oposición decadente y vengativa como la del Centro Democrático.

Muchos queremos que esta pesadilla petrista cese, pero se equivocan quienes creen que eso se logrará cambiando de inquilino en la Presidencia. Eso no sería suficiente, porque a Petro hay que vencerlo, pero derrumbándole su discurso mentiroso de sus supuestas reivindicaciones populares. De ganarle sólo las elecciones pero dejándole al presidente las mentiras sobre los éxitos de su administración, lideraría una oposición feroz, capaz de amenazar la estabilidad del Gobierno que le suceda, cualquiera que sea.

Sin descartar obviamente las alianzas, lo que debe ocurrir en las toldas antigobiernistas es que se preparen para contrarrestar las cifras del Gobierno y para apoderarse de la plataforma ideológica del Pacto Histórico que hoy, según las encuestas, representa un 35 % de favorabilidad de Petro. He allí el error en el que han incurrido las fuerzas políticas que pretenden recuperar el poder sin hacer lo propio con la credibilidad nacional.

A pesar de sus desastres, Petro ha mantenido audiencia amenazante porque ha sabido sintonizarse con sectores despojados de todo. Ni se ha disminuido la pobreza, ni hay más universidades públicas, ni el empleo es satisfactorio, ni el sistema de salud ha mejorado, pero el petrismo ha montado falsedades mediáticas con las que tiene embobados a los incautos.

¿Será imposible sacar de ese letargo a muchos colombianos en el que los tienen sumidos las promesas incumplidas de Petro? No, a las colectividades históricas que congregan el establecimiento y las fuerzas vivas de la Nación no les ha de resultar inalcanzable diseñar programas que le lleguen efectiva y definitivamente a poblaciones marginadas. Ahí está Armitage, el exalcalde de Cali, quien, sin ser opción viable de llegar a la Presidencia, ha dado puntadas verosímiles de cómo podrían los empresarios, por ejemplo, mostrarse generosos incrementando salarios y mejorando condiciones laborales a empleados y obreros.

Ese debe ser el tono de una campaña que tiene que girar en torno a las conquistas sociales, si de verdad pretenden rescatar el patrimonio político del que se les apropió un hombre con vocación y mañas de dictador. De no ser así e insistir en dividir al electorado sin convencerlo, entre gobiernistas y opositores, no habrá futuro sino más petrismo y uribismo, ambos resentidos.

Adenda No 1. Gobierno y Fuerza Pública incapaces de garantizar seguridad. Alguien tiene que renunciar.

Adenda No 2. El “sobrinísimo” Enrique Gómez Martínez pretendió replicar mi columna “Engaño Artificial”, en la que opiné sobre el uso fraudulento de la Inteligencia Artificial, al poner en boca de su tío Álvaro Gómez Hurtado lo que nunca dijo en vida, para autoproclamarse heredero de sus banderas. En efecto, el ultraderechista empleó una pluma prestada pero fácilmente identificable para contestarme, la cual intentó esconder, sin éxito, porque ahí quedó la marca de su lagartería camuflada en una vetusta biblioteca regalada. Incluso ni con la ayuda de su consueta pudo desmentir que Gómez Hurtado se adueñó del “acuerdo de lo fundamental”, pues su sobrino acudió al esguince tramposo de despojar al filósofo Harold Laski de ser su autor. Tampoco refutó que su tío votó en la Constituyente a favor de la abolición de la extradición que tanto gustó y sirvió a Pablo Escobar, ni dio explicación alguna sobre la propuesta de elegir a los jueces, pero en cambio atribuyó a la Carta del 91 la elección popular de alcaldes que había sido consagrada en el acto legislativo No. 1 de 1986. Menos refutó la denuncia —que reitero— de que con abuso de la Inteligencia Artificial estaría incurso en el delito de fraude de identidad previsto en la ley 2502 de 2025, con el que continúa engañando al electorado. Y ni una palabra sobre el delincuencial tráfico de influencias que en su beneficio personal promovió en la Defensoría del Pueblo y en la Corte Constitucional su compañera, la intrigante abogada cabildera Heidi Abuchaibe.

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