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A escasos días de los comicios regionales, si creemos en las encuestas, ya se sabe quiénes podrían ganar las alcaldías en Bogotá —en primera vuelta—, Medellín y Barranquilla, porque lo de Cali se ve confuso e incierto, más ahora que a Éder le ha reventado una querella contra su inscripción que, aunque descabellada y sin fundamento, no alcanzará a ser resuelta antes del próximo domingo por el Consejo Nacional Electoral y que, de ser elegido, lo atormentaría desde el Consejo de Estado. Lo que sí es seguro es que Petro está ad portas de sufrir una merecida paliza en esas ciudades en las cuales triunfarían quienes representan lo más parecido a la recalcitrante ultraderecha. Eso no necesariamente es bueno.
Ni pagando $1 millón a los jóvenes en riesgo de delinquir o $500.000 mensuales a familias pobres podría el Gobierno sacarles siquiera tablas a las huestes fascistoides que se tomarían las grandes capitales. Los seguidores de estos aspirantes, que dan por hecho que serían los nuevos alcaldes en esas ciudades, suelen molestarse cuando se les asocia con las cavernas políticas y todos se defienden alegando que no son de izquierda ni de derecha sino de centro, refugio de tibios y godos camuflados de progresistas.
Varios de estos candidatos tienen en común que en la pasada contienda presidencial se fueron de bruces en la segunda vuelta respaldando al fantoche y corruptazo de Rodolfo Hernández, demostrando su falta de juicio, su oportunismo e irresponsabilidad. Que no hubieren apoyado a Petro se comprende, pero no tiene perdón que, habiendo podido invitar a abstenerse o votar en blanco, hubiesen incurrido en la lambonería de matricularse en la aventura del exalcalde bumangués para no perder la costumbre de participar de todos los gobiernos.
Las elecciones del 29 de octubre se realizarán en un creciente clima de tensión y desconfianza, más ahora que Galán ha lanzado el riendazo de que en Bogotá están espiando a todos los candidatos, sin aportar una sola prueba, como le gusta. El Centro Democrático, honrando la precaria condición de su jefe natural, ya debe de tener preparado un libreto para descalificar los resultados, los cuales muy seguramente pondrá en duda.
Y a todas estas, se conoce el informe presentado por el secretario de Transparencia de la Casa de Nariño en el que se afirma que habría 553 candidatos inhabilitados para ser elegidos, por haber suscrito contratos estatales en el último año. Mala señal para la democracia y la propia transparencia que un funcionario de Presidencia elabore semejante censo tan caprichoso, en el que, curiosamente, aparecen inhabilitados muy pocos militantes del partido de gobierno. Con razón varios opositores elevaron su protesta una vez conocido el hallazgo nada desprevenido del secretario de Transparencia, lo que no es más que una abusiva intromisión del Gobierno en el proceso electoral, que amenaza su desarrollo tranquilo. Ya que la Procuraduría anunció que iniciará investigación para establecer si detrás de este insólito informe de los inhabilitados hay una movida politiquera, debería suspender ya al autor de este dislate, porque su presencia sí pone en riesgo las elecciones y no impide que el suceso se repita.
En este ambiente de caos y anarquía preelectoral, el peligroso perseguidor ministro Mauricio Lizcano mintió excusando otra ausencia de su jefe en un acto oficial, dizque por estar atareado con la crisis de Israel y Hamás, pero Petro atribuyó su falta al leve raspón en una rodilla por una caída que no explicó cómo ni en qué circunstancia se produjo. Mientras tanto, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, confirmaba con su ruidosa asistencia a la Embajada de Palestina el yerro palaciego de poner al país entero en contra de Israel.
Todos los partidos perderán y ganarán al mismo tiempo porque ninguno reconocerá la derrota y cobrarán sus victorias. Hasta en eso han aprendido del cinismo de las embusteras firmas encuestadoras que otra vez defenderán su estribillo desgastado de que sus vaticinios pagados solo mostraron la foto de cada momento.
Adenda No 1. El 16 de octubre se cumplieron 109 años del asesinato del general y caudillo Rafael Uribe Uribe, pero en el glorioso Partido Liberal no hubo quien lo recordara.
Adenda No 2. Desastrosa gestión de Jorge Iván Bula Escobar como director en la ESAP. ¡Corrupción e ineficiencia! Ojo, Procuraduría.
