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Con el fallo inhibitorio del aborto se rajó la Corte Constitucional y quedó convertida en un tribunal de derecha y retardatario.
Tengo que confesar que ingenuamente llegué a pensar que la ponencia de Alejandro Linares despenalizando el aborto sería acogida, porque también creí que los magistrados que suponíamos liberales y demócratas honrarían su estirpe. Qué error. Quedaron prisioneros de sus temores y vacilaciones y se entregaron a la caverna. Decepcionaron porque traicionaron sus postulaciones ideológicas y me temo que después de este traspiés nunca recobrarán la credibilidad.
La noticia de que esta Corte Constitucional hoy es orientada por togados de la más rancia doctrina conservadora es pésima para la democracia. Por eso el subpresidente Duque, que les había hecho señales a los magistrados de cómo le gustaría que se profiriera el fallo, salió a aplaudir esta sentencia inhibitoria, porque este Gobierno ni sabe en qué consiste la autonomía e independencia de la Rama Judicial ni la respeta.
Tendremos que esperar algunos años para que se renueve esta Corte Constitucional y vuelvan hombres y mujeres libres a sentarse en las bancas que dejaron juristas y humanistas como Carlos Gaviria y Ciro Angarita. Pero no nos engañemos, con esta Corte no hay futuro ni esperanza.
Claro que no hay mal que por bien no venga. La jauría uribista estaba expectante de que la Corte apoyara la ponencia que despenalizaba el aborto porque debieron pensar que estaban en minoría. Les pasó lo mismo que en el plebiscito: ganaron cuando estaban seguros de que iban a perder.
¿Qué le habría pasado a este país si la Corte hubiese acogido la propuesta despenalizadora del aborto? Seguramente nos habrían sometido a las asonadas iracundas y amenazantes que suelen convocar, protegidos por el Esmad que solo repele a quienes ellos consideran “chusma”, porque al fin y al cabo son aliados incondicionales de Duque. Pero eso habría sido pasajero y nada comparable con el tsunami político que estaba por desatarse y que, ¡vaya paradoja!, fue abortado por obra del fallo inhibitorio.
El presidente eterno ya había mandado las primeras instrucciones del paso a seguir si el fallo de la Corte Constitucional les hubiese sido adverso. Lo que seguía era un referendo para, en medio de camándulas y crucifijos, remover las creencias religiosas y detener aparentemente el aborto, aunque en la realidad buscarían un salvavidas para el desprestigiado presidente eterno.
El uribismo purasangre estaba acariciando la posibilidad del referendo porque tienen la experiencia de que un proceso electoral demagógico y populista sacó a Uribe del ostracismo en que se encontraba antes de ganar el plebiscito del Acuerdo de Paz. Ese fue el gran error de Santos, pues cuando convocó tercamente el plebiscito, Uribe estaba electoralmente derrotado, apenas había ganado la Gobernación del Casanare, por razones obvias. Pero el plebiscito se convirtió en milagroso porque movilizaron con fanatismos y mentiras a los votantes para que incurrieran en el despropósito de votar en contra, y Uribe revivió políticamente. Con el correr de los meses consiguió volver a la Casa de Nari, a través de Duque, en cuyas manos perseguidoras, irresponsables, soberbias e inexpertas el país está disolviéndose peligrosamente.
Esta vez no le resultó fácil al uribismo convocar el referendo, la única fórmula posible de equilibrar el inmenso desprestigio que están sufriendo por cuenta del desastroso y tenebroso gobierno de Duque. Algo se inventarán. Ya veremos si lo consiguen. Ojalá que no.
Pero que quede claro que, a pesar de que el fallo inhibitorio en este asunto provocó el “aborto” del esperpento del referendo uribista, eso no absuelve a la actual Corte Constitucional de la imborrable falta con la que extravió para siempre su destino y arrasó con el derecho de millones de mujeres.
Adenda. ¿Recibió o no el fiscal Barbosa insinuación o sugerencia de Iván Duque de iniciar una investigación penal al columnista Daniel Samper Ospina? ¿Alcanzó alguien en la Fiscalía a estudiar esa posibilidad? Son las preguntas que este Gobierno no ha sido capaz de responder sin ambages. De ser así, estamos peor que en los tiempos de la Seguridad Democrática.
