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Alerta naranja (O)

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Ramiro Bejarano Guzmán
12 de diciembre de 2010 - 02:56 a. m.
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SI AL ESTALLAR EL ESCÁNDALO MUNdial de las filtraciones de Wikileaks el propio presidente Santos, con rapidez y sin vacilación, se solidarizó con el Departamento de Estado americano, el Gobierno no tiene alternativa distinta a la de sostener la palabra presidencial, así las revelaciones resulten incómodas a muchas personas.

Menos aún ha de armarse una tempestad diplomática, cuando de ser cierta la supuesta conversación entre el embajador y el general Naranjo sobre las “chuzadas” del DAS, ella sólo retrataría lo que cualquier comentarista habría contestado en ese momento a la pregunta ¿de quién sospecha?

De entrada hay que recordar que, desde siempre, el embajador americano conversa sobre seguridad con quien dirija la Policía. Eso lo consienten todos los gobiernos. Ni es el único diplomático que lo hace ni es tampoco el único policía que dialoga. ¿Cuál, entonces, la censura a la charla que ahora se hace pública? Lo que no sabíamos es que un asesor particular, sin funciones públicas, como José Obdulio, tuvo cada mes abiertas las puertas de la embajada americana.

La conversación de marras, al parecer, tuvo lugar en octubre de 2009, ocho meses después de que la revista Semana publicara su primer informe sobre las interceptaciones y seguimientos ilegales del gobierno Uribe a la Corte Suprema, opositores y críticos. Para entonces ya no era una herejía ubicar entre los sospechosos a Bernardo Moreno y José Obdulio Gaviria, porque el tema estaba puesto en todos los medios y se comentaba en muchos escenarios. Si a la pregunta acerca de quién sospechaba, Naranjo hubiere contestado que no sabía, habría quedado como el peor policía del mundo. Asumo que por simple prudencia no incluyó en esa predecible lista a María del Pilar Hurtado y a los otros alfiles de la “Casa de Nari”, pudiendo haberlo hecho, ni tampoco a Uribe, a quien en últimas le debía lealtad.

El confidencial de Wikileaks revela que el embajador también cree, como todos los colombianos, que Naranjo es inteligente y bien informado. Hoy el diplomático debe creer, además, que el Director de la Policía tiene buena puntería, porque sus sospechas no resultaron tan descabelladas, pues Bernardo Moreno además de que fue destituido, con José Obdulio Gaviria (JOG), comparte el honor de haber sido interrogados en la Fiscalía.

A propósito de JOG, su reacción frente a la conversación del embajador con Naranjo no pudo ser más desafortunada. Reclamó lealtad para con él, olvidando que no era funcionario, sino apenas asesor privado, pues esa fue su publicitada estrategia para ponerse a salvo de la Procuraduría y la Fiscalía. A la enrevesada dialéctica de JOB se le ocurrió exigir reciprocidad en el trato, porque si él se expresaba bien de Naranjo, el oficial debía corresponder del mismo modo. ¡Qué tal! Una cosa es JOG y otra, bien distinta, es Naranjo, como para tejer una especie de ley de la omertá.

Lo insólito de la actitud de JOG es que aún crea que Santos es otro mandatario que sucumbe a sus caprichos y necesidades, pues no otra cosa parece colegirse de su pedido abusivo para que prescinda de los servicios del “mejor policía del mundo”. No hay duda de que el estilito les quedó gustando, porque ese fue el talante del gobierno anterior. Todo aquel que los criticara o no les rindiera pleitesía, lo perseguían o desprestigiaban.

Y eso que apenas hemos conocido muy poco de Wikileaks. Fácil resulta imaginar que de Uribe para abajo estarán temblando. Amanecerá y veremos.

Adenda. Difícil entender que el Gobierno pretenda conseguir en los Estados Unidos inmunidad soberana para que el ex presidente que se ufana de dar la cara quede a salvo de rendir testimonio en los estrados judiciales, cuando tal privilegio ni siquiera le puede ser concedido en su propio país.

notasdebuhardilla@hotmail.com.

 

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