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Aprender a vivir en paz

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Ramiro Bejarano Guzmán
26 de marzo de 2016 - 12:15 a. m.
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Increíble que unos parlamentarios uribistas, en vez de agradecerle, critiquen al gobierno americano por reunirse con las Farc en La Habana. Según ellos, es equivocado que mientras luchan contra las drogas ilícitas, se reúnan con el “más grande cartel del narcotráfico”.

El planteamiento, además de equivocado, es grotesco por provenir del sector político que convirtió narcotraficantes en paramilitares, estos últimos también vinculados al negocio de las drogas ilícitas, como lo siguen estando. Ello para no ahondar en que varios militantes del Centro Democrático están condenados o investigados por sus vínculos con el paramilitarismo.

La conspicua senadora vallecaucana Susana Correa, a quien hoy le parece mal que los americanos hablen con las Farc con el argumento de que no deben mezclarse con los delincuentes que ellos mismos combaten, olvida sus épocas de tertulia y cercanía con el hoy prisionero exsenador Juan Carlos Martínez. Y hay otros que participan de la misma contradicción de censurarles a los demás lo que antes ellos hacían sin ninguna reserva. El pleno del uribismo no examina si la reunión Farc-Kerry fue positiva o negativa, porque para ellos fue mala por sí misma, no importa que ese encuentro desempantane el accidentado proceso de paz. La misma actitud irreflexiva asumieron frente a la entrevista de Enrique Santos y Timochenko, positiva desde cualquier punto de vista.

El uribismo y los guerreristas que no quieren que lo de La Habana llegue a buen puerto van a tener que acostumbrarse a que el diseño del nuevo país se hará a partir de la lógica elemental de que hay que hablar con todos y no excluir a nadie.

Tendrán que habituarse, por ejemplo, a que si las Farc lo aceptan, sean los americanos quienes protejan a los insurgentes que se reincorporen a la vida civil. No es esta una propuesta descabellada, aunque no demoran en saltar los fundamentalistas a reclamar que el Estado no puede renunciar al deber de proteger a los guerrilleros desmovilizados. No se nos puede olvidar el genocidio de la Unión Patriótica, patrocinado por esas fuerzas de ultraderecha que, en vez de premiar la decisión de los militantes de izquierda de organizarse como un movimiento político, optaron por aniquilarlos con la complicidad del Estado que fue inferior a su responsabilidad constitucional de garantizarles la vida, honra y bienes.

Otro ejemplo de lo que serán los días de la paz que pretende sabotear la intolerancia del uribismo, tendrá que ver con la literatura política que tendremos que consumir los colombianos. A Obama las Farc le regalaron el primer tomo de un libro que contiene su versión de lo que aquí pasó en este medio siglo de conflagración. Muchos quisiéramos leer esos textos, porque no se hace patria negándose a conocer la extensa biblioteca de las Farc o la del Eln. Cuando el M-19 se desmovilizó conocimos importantes textos para la historia nacional que hoy nadie osaría descalificar. Cuando lo de La Habana se concrete y las Farc estén incorporadas en la vida política, las editoriales tendrán que abrir sus puertas a publicaciones como los Cuadernos de campaña de Manuel Marulanda, Diarios de la resistencia de Marquetalia de Jacobo Arenas, Buscando a Gaitania de Diego Fernando Flórez —que conocemos parcialmente gracias a la pluma ilustrada de Alfredo Molano—, en vez de andar promocionando la cultura del panfleto, como ocurre con unos seudolibros entregados a la orgía de promocionar historias plagadas de mentiras y calumnias.

Lo que no nos puede volver a pasar es que después de medio siglo de guerra no seamos capaces de aprender a vivir en paz.

 

Adenda: no tiene sentido que el Gobierno se empeñe en reproducir en el proyecto de ley que regula los procedimientos de la comisión de aforados, esa norma odiosa y peligrosa que sin éxito intentaron meter en el acto legislativo de 2015, que pretende prohibir que las investigaciones contra magistrados de las altas cortes versen “sobre el contenido de las providencias judiciales o consultivas, sin perjuicio de la responsabilidad a la que haya lugar por favorecer indebidamente intereses propios o ajenos”. ¿Quién está detrás de este adefesio?

 

notasdebuhardilla@hotmail.com

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