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QUE CURIOSO QUE DE LA NOCHE A LA mañana, sin que haya hecho algo transparente en la Procuraduría, los mismos medios que con razón criticaban a Alejandro Ordóñez cambiaran de libreto apenas anunció su intención de intervenir en la adjudicación del tercer canal de televisión.
Ahora el fundamentalista católico les parece un excelente mediador entre el Gobierno y la Corte, porque no les importa que en sus manos esté creciendo la corrupción o que hayan muerto varias mujeres que no pudieron abortar por cuenta de su fanatismo religioso.
Por supuesto que Ordóñez no puede mediar entre Corte y Gobierno, porque si hubiese necesidad de buscar un intermediario, tendría que ser alguien neutral, y de lejos el “Absolvedor” es un Procurador de bolsillo del régimen. Tan obsecuente lo siente Uribe que hace unos meses dijo que Ordóñez era su asesor. Ahora ya sabemos por qué en el Gobierno viven tan cómodos con una Procuraduría que asesora pero no sanciona.
Es una insensatez encomendarle esa conciliación al Procurador cuyo primer acto como jefe del ministerio público fue absolver a los funcionarios de la “Casa de Nari” que se reunieron para conspirar contra la Corte. Menos puede abogar Ordóñez ante la misma Corte que lo investiga, entre otras por exonerar indebidamente a los ministros de la yidispolítica.
Que a los presidentes del Senado y de la Cámara les parezca que Ordóñez puede ser mediador entre Gobierno y Corte, confirma la manguala politiquera con la que se arropan el Procurador y un Congreso plagado de uribistas y traidores.
Cómo no iba Javier Cáceres a estar de acuerdo con esa solución tramposa, si en Cartagena se comenta que Ibeth Cecilia Hernández Sampayo, cuñada del Procurador, directora de fiscalías en Cartagena, es su recomendada. Y cómo puede oponerse Cáceres a algo de Ordóñez, si éste recientemente le nombró como Procurador Delegado para la Vigilancia Administrativa a Fabio Castellanos, hasta hace unas pocas semanas miembro del equipo legislativo del senador costeño. Ahora ya podemos avizorar en qué van a terminar las investigaciones por la corruptela en Etesa, la deteriorada entidad que se le entregó en bandeja a los apetitos burocráticos de Cáceres. Yo te doy, tú me das, todos damos y recibimos.
Ese festín politiquero y clientelista parece extenderse al Valle del Cauca, donde ya se oye que un cercanísimo amigo de Ordóñez que pretende regresar al Congreso como Senador, anda haciendo el negocio de la vida para conseguir apoyos políticos de jefecitos regionales. En efecto, varios de esos líderes locales que soportan delicadas investigaciones en la Procuraduría, han conseguido en ese aspirante a Senador una magnífica palanca para que no avancen las averiguaciones en su contra, y por cuenta de esas alianzas podrían quedarse en la impunidad varios episodios de corrupción.
Lo que debería pedírsele al Procurador es que vigile, controle y sancione, que es lo que no ha hecho, por andar haciendo toda clase de favores. Por ejemplo, hace unos días quiso compararse con el famoso procurador Aramburu, haciendo creer que le había jalado las orejas a su amo, Uribe. Se le olvidó que cuando Aramburu como Procurador de verdad le protestó a Lleras Restrepo por intervenir en política, presentó renuncia, pero el Presidente no la aceptó y pidió excusas. El “regaño” de Ordóñez le importó un pito a Uribe, quien siguió haciendo lo mismo y hasta cosas peores, como utilizar los comunicados oficiales para insultar a la Corte y descalificar a su presidente.
Ojalá la Corte Suprema no caiga en la celada que le han tendido para que sobre el cadáver de su ultrajada independencia, uno de sus peores enemigos, el Procurador más siniestro y peligroso de los últimos tiempos, aproveche para lavar sus imborrables faltas.
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Adenda. Qué cinismo el del Gobierno, creer que va a salir tan fácil del escándalo de las chuzadas ilegales ordenadas desde la “Casa de Nari”, con tres capturas menores.
