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Atando cabos

Ramiro Bejarano Guzmán

08 de julio de 2023 - 09:00 p. m.

Claro que Óscar Iván Zuluaga (OIZ) defraudó a quienes ponderaban su autopublicitada imagen de hombre impoluto, pero otros, entre los cuales me incluyo, siempre desconfiamos de este otro buen muchacho que se hizo prócer al lado de Uribe y que aseguraba ser el más honesto de la Nación. “La moralidad pública es el refugio de los bribones” decía sabiamente el doctor Samuel Johnson. Pero no solamente quedaron mal OIZ y Daniel García Arizabaleta, sino Barbosa y el exsenador Uribe, cortados todos con las mismas tijeras.

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No se entiende por qué razón, si la fiscalía tenía en sus archivos los audios de Zuluaga-García, prefirieron filtrarlos a un medio de comunicación en vez de abrir investigación y capturar a los supuestos responsables. ¿Cuánto tiempo hace que el otrora niño consentido de Uribe, OIZ y de toda la tribu uribista entregó a la Fiscalía los audios malditos? No fue algo que ocurriera la semana pasada, pues García –“garganta profunda”– le alcanzó el tiempo para radicarse estratégica y cómodamente en Miami, desde donde ya ofreció estar dispuesto a comparecer virtualmente ante la justicia. En el Centro Democrático debe haber más de uno temblando de solo pensar que también haya sido grabado.

Allí no para la tragedia, como calificó Uribe la desnudada de su partido podrido. Conocidos los audios, el inefable expresidente se mostró dolido y reveló que en su momento les había pedido al señalador García que frenteara las acusaciones y a OIZ que consiguiera una certificación brasilera que lo exonerara de cargos por lo de Odebrecht. Ninguno de los dos le pudo obedecer, pero ahora Uribe, cumpliéndole a su vocación de sindicado y a su vieja costumbre de que todo lo que dice o hace es con testigos, esta vez apareció Ernesto Macias, el tristemente célebre charlatán de las perversas jugaditas siendo presidente del Congreso.

La filtración de los audios no obedeció a una campaña improvisada. Allí estuvo la mano siniestra de alguien en la Fiscalía, que no puede ser sino la del propio Barbosa, o la de su secuaz, el malvado Gabriel Ramón Jaimes Durán. Se ve la gestión de una fiscalía politizada que utiliza los expedientes judiciales para desinformar, perseguir, amenazar, y para muchas otras cosas, exceptuando combatir la corrupción y la impunidad. El precandidato Barbosa dejó clara su táctica dirigida a enredar judicialmente a Santos y ambientar lo que se propone con Petro, pero dejando a salvo a Duque, su compañero de pupitre.

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En efecto, la revelación de los audios recordó que en los tiempos de la campaña presidencial de 2014 viajaron a Brasil, coincidencialmente, Zuluaga y García, en compañía de Iván Duque, a entrevistarse con Duda Mendoza, el famoso publicista que casi hace presidente a OIZ, justamente el eslabón que recibió el dinero de Odebrecht, pero por cuenta de su asesoría al entonces candidato uribista. Lo curioso de este desplazamiento es la forma como ahora se maneja mediáticamente el mismo, pues la noticia filtrada se esmeró en cuestionar a Zuluaga y García, pero más en dejar sentado que Duque, el otro alegre contertulio de este “paseo millonario”, no sabía nada de lo que estaba pasando.

En la Fiscalía quien se preocupó por filtrar los audios de marras tenía calculado que había que liquidar a Zuluaga y a su hijo, porque en el entretanto se cocina un principio de oportunidad para García que se tramita en el despacho de Barbosa, pero sobre todo no perdió de vista que era mejor convertir a Duque en goterero colado para esta vueltica, y no en cómplice. Eso sí, para que todo quedara impecablemente presentado, la filtración de los audios llegó con el cuentazo de que Duque no se había enterado de lo que estaban tejiendo sus compañeros de viaje, que no era precisamente la consecución de recursos para las hermanitas de la caridad.

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¡Ah! las consecuencias de esta Fiscalía politizada que arma las de San Quintín por el polígrafo de Laura Sarabia, pero nunca le importó que siendo vicepresidente Marta Lucía Ramírez también hubieran llevado a la misma oficina las enfermeras de su progenitor para averiguar si habían robado la cuantiosa cifra de veinte mil pesitos.

Adenda No 1. Secuestrar niñas es otra actitud demencial e infame del ELN con la que jamás convencerá ni merecerá la comprensión de los colombianos ni de nadie.

Adenda No 2. ¿No habrá alguna autoridad que sea capaz de detener los crímenes que el sicariato ha desatado en Tuluá, como en los tiempos del “Cóndor” León María Lozano?

notasdebuhardilla@hotmail.com

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